29 de julio de 2010

Diamantes & Esmeraldas: Capítulo VI

Capítulo 6. Confusiones. 

Bella POV

Los labios de Edward Cullen se movían contra los míos a un ritmo lento. Una parte de mí sabía que no era correcto, pero había algo en el chico de orbes esmeraldas que me había atraído a él desde el primer momento en que lo vi.

Por días me había esforzado para no acercarme a él, no interferir en su vida cotidiana, pero el destino parecía terco al empeñarse en juntarnos en las situaciones menos creíbles. Edward me gustaba de un modo que pensé jamás sería posible. Era muy dulce cuando se lo proponía, pero también dueño de un carácter fuerte y decidido.

No quería otro chico en mi vida, no desde lo de mi ex novio. Y tampoco creía posible estar en una relación después de haber sido abusada por dos hombres inhumanos. Sin embargo, eran mis manos las que no deseaban desprenderse de la camisa azul de Edward, y eran mis labios los que se rehusaban a abandonar los suyos aunque solo fuera un momento.

Jasper tosió al entrar en la habitación. Lo que nos obligó a separarnos avergonzados. Miré a Edward de reojo, estaba un poco rojo; Jasper sonreía divertido, como si eso lo hubiera sabido también. Bajé la mirada, clavándola en el piso. Me sentía tan confundida. Una parte quería ser feliz y la otra deseaba encerrarse en la desesperación habitual.

-Isabella, ¿estás lista para hablar?- la voz suave de Jasper me obligó a contemplarlo. Él sabía todo, pero deseaba escucharlo de mis propios labios.

-¿Qué quieres oír, Jasper?- cuestioné con cierto miedo. Me sentía débil, expuesta, vulnerable.

-¿Dónde están tus padres, Bella?- el diminutivo de mi nombre llamó la atención de Edward.

-No están.- respondí firme. –Han salido de viaje y…- Jasper me pidió que fuera sincera. -¿Por qué?-

-Quiero ayudarte, Bella.- sujetó mi mentón con su mano. –Dime qué pasó.-

Una pelea en mi interior dio inicio. Como podría decirle todo dada la ocasión. No era el momento ni el lugar indicado. No estaba lista, pero… Debía hacerlo…

-Mi padre fue asesinado.- dije entre lágrimas. –Unos tipos entraron a la casa a robar, le dispararon.- Jasper asintió. –Mi madre se suicidó a los días. No podía soportarlo.- continué. –Me estuve quedando con unos amigos mientras se investigaba el caso…- Edward sujetó mi mano, dándome ánimos para continuar. –Nadie debía enterarse aún. No hasta que todo se resuelva.-

-Lamentamos haberte estado presionando para la cena de bienvenida, Bella.- pronunció Jasper. No hizo más preguntas, lo que me obligó a sospechar que era todo lo que conocía. -¿Te sientes mejor?- la pregunta me tomó por sorpresa. Asentí aún sin comprender. ¿Eso era todo lo que él sabía? Una corazonada me indicó que sí.

Jasper y Edward se quedaron el tiempo suficiente para ayudarme a recoger todo. Lo agradecí en lo más profundo de mi alma, pues de haberlo hecho sola no hubiera sido capaz de soportar tanto dolor. La familia del Dr. Cullen no sabría nada más. El mayor de los Hale creía haber conocido toda la historia, había relacionado mi decisión de ayudar a la pequeña porque yo también estaba sola, y no por el hecho de que ambas fuéramos violadas por el mismo animal.

Cuando se fueron, me desplomé en el sofá de la sala; el mismo donde Charlie se sentaba a mirar el televisor. Tenía claro que volver a casa sería difícil, pero era lo mejor. Posiblemente los criminales volverían a entrar si se daban cuenta que la hija del difunto jefe de policía estaba sola en ella.

Todo apuntaba a que pronto ocurriría eso, y entonces sería capaz de atraparlos. Ya no temía fallar al enfrentarlos, sino todo lo contrario. Estaba segura que esta guerra la ganaría.

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Al día siguiente todo marchó mejor. Durante el almuerzo me senté con Edward y su familia por vez primera.

Todos parecían comprender ahora lo que ocurría, aunque esa no era la verdad absoluta. Carlisle Cullen había mandado una disculpa a través de su sobrina, quien también pidió perdón por la insistencia del primer día.

Rosalie pareció más cómoda en mi presencia, sobretodo después de enterarse de la muerte de mis padres. Eran los únicos que lo sabían y, aunque fuera imprudente asegurarlo, no lo contarían a nadie más. Esa misma mañana Jacob y sus amigos habían hablado conmigo sobre Sam y Emily, que parecían un tanto preocupados por mi seguridad.

Emily estaba durmiendo mal de solo pensar en la posibilidad de que esos hombres entraran a la casa una segunda vez. La primera había logrado sobrevivir por instinto, esta vez podría no correr con la misma suerte. Aunque ambos sabían que estaba preparada y siempre cargaba un arma conmigo, no estarían tranquilos hasta que todo acabara.

Jacob y su pandilla se habían ofrecido a merodear por mi casa de vez en cuando y habíamos programado nuestros celulares para llamados de emergencia. No me agradaba la idea de tenerlos conmigo mucho rato, pero eso haría que mis amigos estuvieran mejor.

Saliendo de la escuela me dirigí al hospital. Liz había despertado unos minutos antes de mi llegada. Estaba sentada en la cama, mirando la comida que le había sido servida. Lágrimas se deslizaban por sus mejillas blancas.

-Hola, cariño.- susurré tan pronto estuve cerca de ella. –Soy Isabella Swan, pero puedes llamarme Bella.- me miró en silencio y luego apartó su mirada. –Liz, quiero ayudarte.- sujeté su mano con cuidado.

-Nadie me ha dicho que hago aquí.- gimoteó. -¿Dónde está mi madre?- mi corazón dio un vuelco.

-Liz, escúchame con atención.- ella asintió. -¿Recuerdas lo que pasó?- sus ojos vertieron más gotas saladas. –Cuéntamelo.-

-Iba saliendo de la librería con mi mamá cuando unos tipos se acercaron a nosotras, eran tres o cuatro, no lo sé.- comenzó a sollozar. –Nos jalaron hacia un callejón.- lloró más fuerte. –Recuerdo el dolor…-

-Cariño, ellos te violaron.- Liz negó con la cabeza. –A ti y a tu madre.- aparté la mesita con comida y me senté en la cama, abrazándola. –Tu mami ya no está. Ella murió al llegar al hospital. Tú haz estado dormida durante muchos días.-

-¿Cómo lo sabes?- preguntó entre llantos.

-Yo he estado contigo todo el tiempo.- me miró con muchas dudas en su carita. –Yo me mudé hace poco más de dos meses a este pueblo. La primera noche que pasamos en nuestra nueva casa, unos hombres entraron a robar. Mi padre era el jefe de policía, venía a evitar ese tipo de actos.- ella se calmó un poco, prestando atención a mi relato. –Esos hombres le dispararon, matándolo. Eran como seis. Dos de ellos me violaron y otros dos a mi madre. Pude usar un arma para defenderme de ellos, pero no actué muy rápido.- algunas lágrimas bajaron por mis mejillas.

-¿Dónde está tu mamá?- me preguntó al poco tiempo.

-Tu mami y la mía están juntas.- le expliqué. –No soportó tanto dolor, sentirse tan sucia, la ausencia de mi padre.- sollocé suavemente. –Mi madre se suicidó.-

-Supongo que mi madre hubiera hecho lo mismo.- comentó entre lágrimas. –Papá murió hace mucho tiempo, y no hubiera soportado sentirse del modo que me siento ahora.-

-Liz, vamos a estar bien.- le dije, secándome las lágrimas. –Te lo prometo.-

-Bella, ¿por qué estás conmigo?- preguntó pasado un rato más.

-Porque deseo estarlo, Liz.- respondí. –Quiero que sigas adelante.- me dedicó una sonrisa rota.

-¿Cómo podré hacerlo?- mi sonrisa desapareció.

-Recordando a tus padres. Lo que ellos hubieran deseado para ti.- me miró con dudas. –Hay algo que debo explicarte, cariño.- asintió, mirando distraídamente en otra dirección. –Te lastimaron mucho, por lo que te hicieron varias cirugías. Es posible que no te reconozcas al mirarte al espejo.- intentó decir algo, pero no pudo. –Y lo más difícil de todo… Liz, no podrás tener bebés nunca.- lágrimas corrieron por su rostro de nuevo. –Sé que duele, pequeña, pero no pudieron hacer más…- su llanto terminó de romper mi corazón en diminutos fragmentos.

-¿Por qué?- gimoteó sin dejar de mirarme. Aferrándose al abrazo que le ofrecía.


-A veces es mejor así, Liz.- ella negó con la cabeza. –Yo estoy embarazada.- se apartó un poco para mirarme. –Estoy esperando un bebé del hombre que te hizo esto, cariño. Porque fue el mismo que me violó a mí.- me abrazó de nuevo, ocultando su rostro en mi pecho.

Era la primera persona que se enteraba de mi condición actual. Deseaba que las cosas no fueran de ese modo. Que ella pudiera tener una familia en el futuro y yo no tuviera que traer a un niño a este mundo. No aún. Pero así eran las cosas, y no había forma de cambiarlas.

Duramos bastante tiempo hablando sobre lo ocurrido. Dándonos apoyo una a la otra. Cuando ella logró recuperarse un poco y aceptó que su madre ya no estaba a su lado, apareció Carlisle Cullen para revisarla.

No tenía forma de explicarle lo acontecido, pero Liz le dijo que ya lo sabía todo. Y le pidió al doctor que le explicara todo lo que le habían hecho mientras dormía. Se mantuvo tranquila durante el rato que habló el médico y eso era una buena señal. Liz podría salir adelante. Y eso me hizo enormemente feliz.

-Gracias por todo, Bella.- susurró cuando me disponía a salir de la habitación.

-No hay de qué, Liz.- me acerqué a ella y besé su frente. –Vendré a verte mañana, ¿está bien?- asintió y se dispuso a dormir un poco. Estaba mucho mejor que antes.

A los días dejó el hospital y fue llevada a casa de Sam y Emily, quienes habían decidido hacerse cargo de ella a partir de ese momento.

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El jueves por la tarde salí de compras con Alice Brandon y Rosalie Hale, quienes se empeñaron toda la semana en convencerme de ello. Opté por aceptar sus consejos y comprar cada prenda que me mostraron. No valía la pena discutir con ellas.

Edward había estado cerca de mí esos días. De vez en cuando me robaba un beso, lo que pronto alertó a la escuela de un nuevo romance. Jacob no pareció molestarse ni hacer un drama por ello, tenía entendido que había comenzado a salir con una amiga de la reserva, lo que me dejaba libre.

La noche siguiente saldría rumbo a Seattle, buscando a mis presas por vez primera. El plan había sido efectuado de modo que no hubiera fallos. Me haría pasar por una prostituta en una de las calles de los barrios sucios de la ciudad. Sabía que era peligroso, pero no estaría sola. Varías mujeres del cuerpo de oficiales estarían conmigo, capturando pervertidos. Nada podría salir mal de esa forma. O eso pensaba al hablar con ellas.

Edward POV

Las cosas con Bella no avanzaban del modo que había esperado. Aceptaba de buen modo los besos que le ofrecía o sostenía mi mano cuando tomaba la suya, pero no habíamos hablado nada sobre eso. Como si fuera cosa de todos los días o yo fuera otro más del montón.

Quería poder decir que ella era mi novia, la chica de mis sueños, pero me era imposible. Bella se comportaba de modo muy extraño. Últimamente había estado más callada y se había sentado sola durante el almuerzo de nuevo. Nos evadía constantemente y solo una vez aceptó la invitación de Alice y Rosalie para salir.

Cada mañana aparecía con un conjunto poco discreto. Estaba usando faldas más cortas y zapatos más altos. Alice parecía maravillarse por la habilidad de engatusar de Isabella, quien traía a la población masculina babeando tras ella. Sin embargo, eso comenzaba a molestarme. Su relación con el grupo de Jacob ahora parecía mejor. Los trataba más y parecía coquetearle a cada uno cada vez que tenía oportunidad. Como una mujerzuela. Estaba furioso por ello.

El viernes salimos a Seattle mi hermano, Jasper y yo. Fuimos a comprar algunas cosas por encargo de mi madre, pero de regreso Emmett decidió mostrarnos los peores callejones del poblado. No entendía el motivo que me había impulsado a tomar la calle donde todos sabíamos que había prostitutas, pero lo había hecho y no había vuelta atrás.

-Ella me parece conocida.- dijo Emmett, señalando a una chica castaña parada en la esquina.

Mis ojos se abrieron como platos ante la imagen de mi Bella en esa situación. Frené en seco y me bajé del coche completamente furioso. Me acerqué a ella y la tomé del brazo. Su sonrisa traviesa se esfumó tan pronto me vio.

-Edward yo…- la empujé contra un auto estacionado. –Déjame explicarte…-

-¿Qué vas a explicarme?- le cuestioné echo una furia. -¿Por eso es que no quieres estar conmigo? ¿Por qué no te pago?- sus ojos se apagaron completamente y me reproché ese comentario.

Dos mujeres se acercaron y me sujetaron. Estaba tan molesto que no escuché nada de lo que dijeron hasta que sentí el frío metal de las esposas en mis muñecas. Una de ellas me mostró su placa de policía, para luego preguntarle a Bella si estaba bien.

-Por favor, déjenlo ir.- pidió Bella a la mujer. –Ha sido un mal entendido, Danna.- susurró rápidamente. –Él es mi novio. No tenía idea…- Las oficiales asintieron y me quitaron las esposas. –Lo siento, Edward.- aún podía notar el dolor en su voz.

-¿Qué está pasando, Bella?- le pregunté tan pronto tuve oportunidad.

-Estoy trabajando con la policía para atrapar a unos hombres.- me dijo despreocupadamente.

-Dime qué no vas tras los que violaron a esa niña.- ella desvió la mirada. –Dime qué no son ellos.- asintió sin mirarme. -¿Estás loca? Podrían hacerte daño.- negó con la cabeza. –Bella…-

-Ve a casa, Edward.- dijo antes de volver con el resto. Cada vez comprendía menos a esa chica.

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El camino a casa fue silencioso. Les había contado a Emmett y a Jasper lo ocurrido, quienes pronto estuvieron de acuerdo en que había actuado de forma imprudente. Y les daba la razón.

Isabella Swan era hija del jefe de policía después de todo. Al no estar él, era lógico que buscara cumplir con el trabajo para el que su padre vino al pueblo. Estaba seguro de que Bella no sería capaz de perdonarme tal atrocidad y mucho menos si había arruinado el operativo tan bien elaborado. Si algo salía mal por mi culpa, ella tendría todo el derecho a odiarme. Y eso era lo que más me dolía.

Durante los siguientes días Bella se mantuvo distante de todo el mundo. Se sentaba en otra mesa, lejos de todos sus conocidos. Su forma de vestir estaba cambiando de nuevo. Casi siempre traía pantalones y blusas un poco sueltas. Alice alegaba que se debía a la nueva moda impuesta en Europa y eso parecía ser, pues pronto las chicas del pueblo comenzaron a vestirse igual.

Jasper trató de acercarse a Isabella, como al principio. Falló. Intenté hacerlo yo también, pero nunca me dio oportunidad de nada. Estaba decidido a estar con ella, sin importar cuanto tiempo me tomara. Y sabía que sería bastante…

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