Capítulo 7. ¡Oh, no!
Edward POV
Sabía que estaba dormido en ese momento, podía sentir la escasa luz del sol filtrarse entre las persianas, pero no deseaba despertar, no aún. El sueño no era algo común, me gustaba de esta forma…en él estaba Bella, y veía a todos sus amigos como mi familia, y ahí estaba yo, sentado ante un piano…moviendo los dedos sobre las blancas y moteadas teclas, mientras una suave melodía inundaba la sala de aquella enorme casa blanca…
Sonreí, complacido. Me revolví entre las sábanas un poco, apretándome contra la almohada. Dejé que mi mente me mostrara nuevas imágenes, imágenes reales…
Algo dentro de mí había comenzado a despertar desde la primera vez que la vi bailar, deseaba sentir su cuerpo cerca del mío. Lo anhelaba.
El modo en que sus caderas rozaban las de mi amigo –y después las de mi hermano- me incitaban a acercarme y sentir su cuerpo presionado al mío. Era una necesidad.
Bella Swan era de ese tipo de chicas que gustan de pasar desapercibidas, aunque nunca lo logren, y eso la hacía mucho más atractiva ante mis ojos.
La forma en que sus mejillas parecían incendiarse ante algún comentario vergonzoso me provocaba un extraño hormigueo en las manos, deseosas de posarse en su rostro de porcelana y acariciarlo.
No podía creer lo suave que parecía su cabello castaño, ni el deseo de enredar mis dedos en él. Y sus ojos…
Esos pozos color chocolate que te sumergían en la más pura locura. Y yo estaba loco, pero loco por ella.
Intoxicado en unas cuántas horas por su olor a fresas.
Isabella Swan no era la típica chica con la que uno se encuentra. Era menos superficial y más brillante que la mayoría. Con una dulzura y seducción propias y verdaderas. Era una niña y una mujer a la vez, y eso parecía fascinante.
Y ahí estaba yo, cautivado completamente por la mejor amiga de la prometida de Jasper.
No podía negarlo.
Estaba enamorado del mayor tesoro de mis nuevos amigos.
Aunque no pensaba decírselo a nadie, y mucho menos a la propia Bella.
Era poco tiempo para pensar y dejarse llevar por ello.
Y entonces, recordé algo… sus labios.
No sé si fueron las copas, la felicidad por la victoria, o simple atracción; pero sus labios sobre los míos fueron la cosa más maravillosa en todo el mundo.
Una vez los sentí sobre los míos, todo pensamiento racional desapareció. No pude pensar en otra cosa que no fuera besarla. Y no desaproveché la oportunidad.
Bella POV
Me revolví inquieta entre las sábanas, consciente que algo andaba mal. Giré entre las mantas y dejé descansar mi cabeza en la almohada a mi lado, pero no fue el movimiento lo que me obligó a abrir los ojos con una violencia demasiado clara, sino el perfume varonil que inundó mis sentidos. Era…
Edward.
Su nombre se coló en mi mente con un vertiginoso estruendo. Miré al chico a mi lado, estando segura que esto era un simple sueño. No podía ser verdad. Miré la habitación, efectivamente era la que nos habían dado, pero eso no fue lo que me hizo saltar de la cama y pegar un grito.
Esa no fue la razón.
Estaba desnuda. Y no era la única.
¿Qué había pasado?
Edward se movió inquieto ante mi escándalo, y cayó de la cama con violencia. Yo me encontraba enredada en una sábana, con la espalda pegada a la pared más alejada de la cama. Aterrada. Sus ojos verdes me traspasaron con la misma duda que debían delatar los míos, y eso no mejoró en nada la situación que se había dado tras una noche de copas.

-Yo… ¿Qué ocurrió, Edward?- mi voz temblaba, y podía notar algunas lágrimas comenzar a formarse en mis ojos. Esto no podía estarnos pasando.
-No, no lo sé.- Él seguía en el suelo, y hablaba con la vista clavada en el colchón. Uno de sus brazos estaba apoyado en éste, y noté algo que antes no había sido capaz de ver. Sangre.
-¡Oh, no!- chillé. Mi cuerpo comenzó a resbalarse por la pared y terminé sentada en el piso. Me cubrí el rostro con ambas manos y sollocé. –Esto no debía haber ocurrido.-
Del otro lado no recibí respuesta alguna. Edward no dijo nada, y no sabía si se había dado cuenta de lo mismo que yo.
-Yo…- balbuceó pasados algunos minutos. –Creo que debes…vestirte.- levanté el rostro y lo miré. Estaba sentado en la cama, dándome la espalda y señalando con su mano el lugar donde estaba mi ropa, toda mi ropa.
-Si… Gracias.- Me puse de pie lentamente, comprobando el dolor en mis muslos y…otras partes de mi anatomía.
Entré al baño y me miré en el espejo, había marcas en mi cuello, de esas que no se ocultan fácilmente. Suspiré. Me puse la ropa sin más, tomaría una ducha después de hablar con Edward. Cuando volví al cuarto, él ya estaba completamente vestido.
-Edward.- lo llamé. Él volteó a verme, pero apartó la mirada rápidamente. Yo, por mi parte, me sonrojé con violencia. -¿Qué nos pasó?-
-Creo que…- dijo en un susurro.-, bebimos demasiado.- ¡Oh, claro! ¿Cómo había olvidado eso? Dios, qué pensarían los otros al vernos.
Recordaba el beso. Y no era un beso común y corriente, era nuestro beso. Estaba repleto de emociones, todo aquello que debía sentir, pero que desconocía en mí. Era distinto a cualquier otro. Mucho más especial. Era único. Y parecía haber arruinado cualquier relación que pudiéramos tener en el futuro.
Me senté en el piso, colocando las rodillas contra mi pecho y los brazos alrededor de mis piernas flexionadas. Miraba sin mirar, y Edward no estaba mejor.
-Lo siento, Bella.- susurró pasados unos segundos. Nuevas lágrimas corrieron por mis mejillas y, esta vez, él las notó.
-¿Sabes?- pregunté estúpidamente. ¿Cómo iba él a saberlo? –Le prometí a mi madre, antes de morir, que llegaría virgen al matrimonio.- sollocé nuevamente. ¿Cómo había podido romper la única promesa que le hice a mi madre? ¿Cómo?
-Entonces debo felicitarte, cariño.- su voz sonó apagada al decir esas palabras. –Según estos papeles, eres mi esposa.- abrí la boca para decir algo, pero ninguna palabra escapó de mis labios. En su mano sostenía un acta de matrimonio. Y mi corazón se detuvo, para luego latir de forma enloquecedora dentro de mi pecho.
"Esto no me puede estar pasando a mí."
Edward POV
¿Acaso esta situación podría ponerse peor?
Mientras Bella estaba en el baño, y yo me vestía en la recámara, fui capaz de ver algo que ambos ignorábamos. Un papel reposaba en la mesita de noche, y no era cualquier hoja, era un documento oficial…cortesía de las Vegas. Un certificado de matrimonio a nombre de Edward Cullen e Isabella…Isabella Cullen. Y eso no era lo más desconcertante, sino que Emmett y Rosalie hubieran firmado como testigos.
Mi corazón se aceleró al repasar el nombre una vez más. Isabella Cullen. Bella Cullen. Mi esposa.
"Las cosas no deberían haber sido así."
Y de repente, la puerta se abrió. Intenté mirarla, sostener su mirada perdida tan solo unos instantes, pero me fue imposible. Estaba avergonzado, y no muy seguro de su reacción ante el dichoso papel y… su nuevo nombre.
¿Virgen al matrimonio? ¡No era posible!
Esa chica… Bella estaba guardándose para su noche de bodas, su noche de bodas real. Y ahora había perdido la oportunidad de entregarse totalmente a la persona amada. Y todo por los impulsos después de beber más de la cuenta. Era algo tan…irreal. Ella debía estar molesta. Debía estarlo. Y sólo estaba sentada en el suelo, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas ahora pálidas.
Y no me quedó más opción que decirle que estábamos casados, aunque talvez no fue del mejor modo posible.
Sus ojos se abrieron como platos y su expresión decayó. Sus labios se separaron con la intención de pronunciar alguna palabra, sin éxito alguno.
-¡Eso no puede ser cierto!- Bien, acaba de explotar.
Bella se puso de pie de un salto, algo que pensé imposible debido a su constante falta de equilibrio. Y ahí estaba yo, parado como un completo imbécil mientras ella veía –una y otra vez, debo aclarar- el mentado documento que oficiaba nuestro matrimonio.
-Siento que todo esto haya ocurrido.- Intenté que sonara sincero, pero una parte de mi no estaba arrepentida en absoluto, y creo que ella lo notó, porque de repente me miró con algo de enfado en sus ojos marrones.
-Si, claro.- dijo con sarcasmo, y por alguna razón eso me molestó.
-Espera, señorita. No es mi culpa que se te pasaran las copas anoche.- su rostro se puso pálido y luego pasó a colorearse rosado.
-Yo no soy la única que estaba borracha anoche.- alegó a los minutos, aún con las mejillas bañadas en carmín. Desvié la mirada ante ese detalle. Ella tenía razón, pero no iba a decírselo.
-¿Viste quiénes firmaron como testigos?- Bien, eso es una salida fácil, pero era mejor que seguir discutiendo. Una de sus finas cejas castañas se alzó. –Emmett y Rosalie.- Su boca se abrió ligeramente, aunque pronto recuperó esa máscara de dureza que había estado perfeccionando en los pasados segundos.
-Debe haber alguna forma de solucionar esto.- susurró.
En ese momento el celular de Bella comenzó a sonar. Era hora de reunirnos con los demás y ver qué haríamos.
Después de todo, estar casados no podía ser tan malo.
-Quiero el divorcio.- dijo ella con decisión. Sus ojos se clavaron en los míos con una seguridad que no había visto hasta el momento.
No obtuve respuesta. Pero tampoco la necesitaba.
Bella no me iba a poner las cosas sencillas, y yo tampoco iba a ceder tan fácilmente.
Bella POV
Alice me había llamado después que le pidiera el divorcio a Edward. Nos había citado a ambos en la habitación de Jasper, aunque bueno, eso podía esperar.
Tomé un cambio de ropa limpia y me metí a duchar. Necesitaba poner mis pensamientos en orden. ¿Cómo era aquello posible? ¿Cómo es que me había casado? No recordaba nada de la noche anterior, ni siquiera haber…tenido relaciones con Edward. Y dudaba que él se encontrara mejor que yo. ¿Qué más podría salir mal? ¿Un fallo con el divorcio? ¡Ja! No puedo tener tan mala suerte como para que eso salga mal.
No podía creerlo, a pesar que le diera vueltas. No podía estar casada con Edward Cullen, eso era poco probable en circunstancias normales, pero ¿borrachos?
Mientras el agua caliente se deslizaba por mi cuerpo adolorido, imágenes comenzaron a llenar mi mente. Imágenes que hubiera sido mejor no recordar nunca.
-: Flash Back. :-
Sus labios se movían sobre los míos lentamente, deleitándome con su sabor dulce. Estaba extasiada. Escuchaba los chiflidos de Emmett y las risas de Alice, uno que otro susurro divertido de Rosalie y a Jasper llamándome más de una vez, pero era imposible romper el contacto. Era… enloquecedor. No sólo deseaba deleitarme con el buqué, realmente deseaba probar el vino.
Y cuando nos separamos, ambos agitados, sus ojos me invitaron a continuar. Y no pude negarme.
Cuando Emmett sacó a bailar a Rosalie, y Alice arrastró a Jasper a la pista, supe que era nuestra oportunidad. La mano de Edward se entrelazó con la mía y salimos de ese lugar repleto de gente y oculto tras humo y luces de colores. Caminamos lentamente por la acera, después de todo no necesitábamos el coche. Y ni siquiera me di cuenta del momento en que estuvimos en el hotel, mucho menos de todo el recorrido hasta él. Sólo anhelaba sentir sus manos ardientes alrededor de mi cintura para siempre, y que el calor de sus labios jamás se perdiera.
-Quédate conmigo, Edward.- susurré en la puerta, apenas nuestros labios rompieron su contacto.
-Te necesito, Bella.- Y volvió a besarme, con ferocidad, con pasión, con deseo.
Y la puerta se cerró a mi espalda. Y ya no importó el tiempo ni el espacio. Éramos Edward y Bella. Éramos un todo.
Sólo él y yo.
No importaba nada más.
-: Flash Back End. :-
Y en ese momento reparé en un pequeño detalle que no había notado entre tanto alboroto: la sortija en mi dedo. Era hermosa, sencillamente. No encontraba una mejor palabra para describirla. Por lo visto, era antigua. Una reliquia de la familia, debía suponer. Tendría por lo menos dos siglos de existir. Era… prueba del compromiso que deseaba romper. Y por primera vez me sentí culpable de haber decidido aquello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario