Capítulo 19. La Boda
El día tan esperado por todos –incluso para su servidora- por fin había llegado. Al mirar por la ventana del cuarto de Alice, lugar donde Rosalie, Alice y Esme me estaban arreglando para la ceremonia, que por voto familiar se llevaría a cabo en la mansión Cullen.
Todos los invitados estaban ya acomodados en las bancas, algo extraño, pues no creía conocer tanta gente; pero claro, tratándose de Alice todo era posible. Me miré al espejo una vez más y resoplé, esto era algo innecesario. Demasiado maquillaje, muchas flores en el cabello y un vestido que no me dejaba respirar. Daba gracias a los cielos por no necesitar hacerlo.
-Creo que hemos terminado-la alegre voz de Alice resonó en la habitación.
-¿Podrías dejar de pensar, Alice? Estoy segura que Edward puede verme en tu mente ahora. ¿Dónde quedará la sorpresa de ser así?- pero al momento de hacer el comentario me arrepentí, Alice comenzó a pensar en Jasper, Rosalie en Emmett, e incluso Esme en Carlisle, imágenes poco agradables para cualquier persona normal- Oigan, ¿no pueden pensar en algo distinto? Creí que solo los hombres pensaban en sexo todo el tiempo, ahora veo cuan equivocada estaba- sonó irónico, pero era verdad.
Alguien tocó a la puerta y por lo que escuché se trataba de mi padre para llevarme al altar con mi novio. Vestía un traje negro que realzaba la piel blanca. Mi vestido era de un azul claro, el blanco se vería totalmente fuera de sitio al contacto con mi piel. Algo extraño, siempre tuve la ilusión de casarme de blanco.
Las chicas bajaron de inmediato y yo me quedé ahí, de pie frente a Charlie. Miraba a mi alrededor nerviosamente, el matrimonio y yo aun no terminábamos de simpatizar. Vi la sortija en mi mano y suspiré, armándome de valor tomé el brazo de mi padre y comenzamos a bajar las escaleras. Pero, ¿cómo no? Siendo un vampiro realmente torpe como lo soy yo, era de esperarse. Se me atoró un tacón en el escalón y resbalé con el vestido. Y siendo de reflejos lentos cuando estoy nerviosa, y siendo Charlie un espécimen tan patoso como yo misma, no alcanzó a atraparme. Esperaba sentir el golpe en el frío suelo, pero unos brazos me sostuvieron. Jasper al rescate, al parecer Alice lo había visto antes. Menudo trauma, esto lo iban a recordar por el resto de la eternidad.
El recorrido de la entrada al altar era enorme, estaba marcado por una alfombra roja. "Como si me fuera a perder" pensé en mi fuero interno, Alice realmente se había pasado. Mis pasos eran ligeros, pero las molestas zapatillas resonaban con cada paso que daba, además de ser la novia –que por tanto era lo mismo que ser el centro de atención- los zapatos alertaban de mi llegada.
Cada paso alargaba aun mas el trayecto, y en mas de una ocasión pensé en retroceder y salir huyendo del lugar, pero eso no era justo para Edward ni para los Cullen. Una vez hube llegado ante él me sonrió, contesté con otra sonrisa y sentí mi rostro arder, aunque fuera imposible ruborizarse.
"Tus mejillas están sonrosadas" . El pensamiento de Edward me tomó totalmente desprevenida, ahora seguía pensando en la extraña clase de vampiro que soy.
-Edward Anthony Cullen, ¿acepta a Isabella Marie Swan, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte los separe?-
-Acepto-el tono dulce de Edward me obligó la apartar la mirada. Era tan lindo.
-Isabella Marie Swan, ¿acepta a Edward Anthony Cullen, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y la pobreza, hasta que la muerte los separa?-
-Por toda la eternidad- mi respuesta provocó que a Alice se le escapara una risita. Edward me miró con dulzura y me avergoncé. Seguía siendo, en definitiva, tan sentimental, tonta y torpe como cuando humana.
-Si no hay nadie que se oponga a esta unión, los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia-
Oh, no. No necesitas respirar Bella, así que no empieces a hiperventilar. Oh, Dios. Los labios de Edward y los míos se juntaron en una suave caricia, nada como lo acostumbrado. Pasé mis brazos alrededor de su cuello y disfruté del momento.
Apenas nos separamos, las chicas corrieron a abrazarme. Jasper y Emmett seguían empeñados en darle a Edward –mentalmente- una guía con instrucciones para la ...noche de bodas.
-Bella, estas roja- la risa de Rosalie provocó que los chicos se girara a verme. Edward sonrió avergonzado al darse cuenta de lo que pasaba, mientras que Alice me mostraba una de sus visiones.
La fiesta duró hasta las dos de la mañana, todos lucían agotados al marcharse...los humanos eran tan predecibles. Bailé toda la noche sin descanso, algo extraño siendo como soy, aunque mi esposo no me iba a dejar caer, sobretodo después de ver en la mente de Jasper mi accidente en las escaleras.
La velada pasó rápido y pronto nos encontrábamos en la habitación de Edward. Me quité el vestido de novia y me puse el conjunto azul celeste que Alice me había regalado para la luna de miel. Era demasiado ajustado, pequeño, revelador y...sexy. Me miré en el espejo antes de salir y por un momento pensé en quedarme ahí toda la noche. O al menos hasta que el avión partiera, pues íbamos a regresar a Volterra con mis tíos, para vivir allá por un tiempo.
-¿Bella, te encuentras bien?- preguntó preocupado.
-Si- al mismo tiempo que respondí, abrí la puerta y salí, quedando frente a mi perfecto marido. Me sentía tonta vistiendo de ese modo, mi cuerpo no era como el de Rosalie, y temía que a Edward le molestase.
-Bella...- sus labios rozaron los míos suavemente. Enredé mis brazos en su cuello y profundicé el contacto de nuestras bocas, mi lengua y la suya comenzaron a jugar sensualmente. Me tomó en brazos y me condujo a la cama que Esme había comprado para nosotros.
Mi respiración era entrecortada –e innecesaria-, mi pecho subía y bajaba a un ritmo descontrolado. Edward se veía complacido ante mi situación. Sus labios recorrían mi cuello y sus manos acariciaban mis piernas. Mis caderas rozaban las suyas insinuantemente. Esta noche sería inolvidable para todos...
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