8 de junio de 2010

Atracción: Capítulo VIII

8. Invitación. 

-¿Ir de compras?- pregunté mientras alzaba una ceja en señal de incredulidad.

-Vamos Bella, casi siempre andas vestida de negro, no es que te quede mal, pero necesitas otros colores...-vaya! Esto era alentador, me encanta el negro¿qué tiene de malo?

-Esta bien Alice, iré contigo, pero antes de eso quiero mostrarte algo, así que cuando salgamos de clases te vienes a mi casa.-dije completamente resignada, mientras que todos en la mesa de los Cullen me miraban con lastima. Si, ya lo había leído por ahí, ir de compras con la bebé de los Cullen era un fastidio. Pero ella deseaba ser mi amiga y quien era yo para negarle cierto tipo de privilegios a tan hermosa compañera.

Si. Hace una semana que me siento a comer con los Cullen. Al principio mis compañeros normales se sentían intimidados por mis nuevos acompañantes. Ahora lo ven como algo natural y se relacionan conmigo de forma común. Pensé que se molestarían y dejarían de hablarme, pero ya saben: la vida no es justa. No siempre obtenemos lo que más deseamos.

Me he relacionado muy bien con todos. Alice es una chica alocada a la que le encantan las compras y la moda, es muy dulce y me ha aceptado con los brazos abiertos. Jasper es muy tranquilo y sabe mantenernos igual, no he hablado mucho con él, creo que aún piensa en mi amenaza de la vez anterior. Emmett es grandioso, es como el hermano mayor que mis padres nunca me dieron, es divertido y muy bromista, y también me ve como una hermana. Rosalie, bueno ella es ella, es un poco fría conmigo, pero pronto se le pasará. Y Edward...

Edward sigue tan perfecto como siempre. La última semana a pasado conmigo cada noche, aunque no sabe que yo lo sé. Es muy lindo y si, me he enamorado del chico correcto. Hay química, atracción, deseo, y bueno, besa demasiado bien. ¿Qué puedo decir? Me gusta Edward, es lindo, protector, cariñoso, fuerte, atractivo y es un vampiro. Malo fuera que me hubiera enamorado de un humano, sería un enorme problema, empezando por mis tíos.

Y mencionándolos a ellos, no me han hablado desde hace unos días. Por lo general Aro habla a diario, eso de ser un vampiro y que no puedas dormir por la noche es un fastidio cuando te aburres. Y conociendo a Aro...

Siempre que lo veía por las noches, cuando me aburría de leer o escuchar música lo encontraba colgado del teléfono con una gruesa guía telefónica en sus manos. Marcando a vampiros conocidos, a Carlisle de vez en cuando, gastando bromas a gente inocente. Lo se porque varias veces lo ayudé.

Este día ha sido un poco distinto. Edward ha estado en todas mis clases. Se ha cambiado para mantenerse cerca de mi, algo extraño, pero bueno para mi orgullo. Desde lo que ocurrió en su casa no hemos hablado, salvo una que otra cosa durante laboratorio, pero bueno...

Hoy iré de compras con Alice, no entiendo la razón, me gusta mi ropa y mi armario está demasiado lleno...algo que ella no sabe. Por eso le he pedido que me acompañe a casa hoy para mostrárselo.

Suena la campana y Edward y yo nos movemos para gimnasia. Como ya lo dije, compartimos todas las clases...algo que se consigue cuando tienes una cara bonita, un cuerpo de infarto, una voz sexy y la astucia necesaria. Algo que todos los vampiros tenemos...

Apenas al entrar a gimnasia el maestro posa su mirada en mi. Me dirijo a los vestidores con calma y me pongo el uniforme. Al salir Edward está parado junto a la puerta, sé que algo trama, pero su mente está en blanco.

-Ese tipo ha pensado demasiado en ti...-esta furioso.

-Lo se, no deja de mirarme. Es realmente frustrante.- respondo en el mismo tono.

-¿Quieres salir de aquí?-me pregunta con un brillo travieso en sus preciosos ojos.

-Si, pero...¿cómo?-me encantan los juegos.

-Solo cáete, te llevaré a la enfermería...-me dice con una sonrisa traviesa. Sólo asiento.

Comenzamos a jugar baloncesto, chicos contra chicas, un deporte realmente interesante. Pero una ocasión perfecta para que nuestra ajustada ropa se ciña mas a la figura y se suba al movernos. Ya lo había dicho antes, soy una excelente actriz. Edward me tiende la mano después de que accidentalmente chocáramos uno con el otro. En cuanto estoy de pie y suelta mi mano caigo al suelo mientras toco mi tobillo y me quejo.

El maestro avanza rápidamente entre los alumnos que me rodean y pide que alguien me lleve a la enfermería, el dará orden para que se me justifique la siguiente clase, de modo que soy libre para irme a casa. Antes de que termine de pensar, Edward me carga en sus brazos mientras sonríe. Al menos hemos salido de ahí.

-Ya puedes bajarme-comento en cuanto desaparecemos del gimnasio.

-Te has lastimado Bella, es mejor ir a casa...-contesta de forma juguetona.

-Tienes razón, vayamos a mi casa.-digo con suficiencia.

-¿Qué?- pregunta sorprendido.

-Yo conozco tu casa, vamos a la mía- digo ilusionada.

Él acepta después de pensarlo por unos minutos. Nuevamente estamos dentro de mi coche, Alice estaba al tanto de nuestra salida juntos, así que se encargaría de llevar el volvo de Edward a mi casa al finalizar las clases. Así su hermano podría regresar a su hogar y nosotras irnos al centro comercial. Conducía a 150 por hora, una velocidad razonable, aunque su mirada buscaba la mía de vez en cuando. Renée y Charlie tenían planes para una celebración de aniversario hoy, así que no estarían en casa en todo el día y los vería hasta mañana. No todos los días se cumplen 68 años de casados.

Llegamos a casa y Edward me abre la puerta, como ya lo he dicho: él es demasiado lindo. No puedo evitar sonreír y bajar la mirada, no podrá leer mi mente, pero puede leerme a mí. Entramos y lo conduzco escaleras arriba, al estar frente a mi habitación abro la puerta.

Mira con sumo cuidado mi alcoba como si nunca lo hubiera hecho, algo demasiado falso. Pero hay cosas que no ha visto, como a donde conducen las tres puertas.

-Bonito cuarto-susurra en tono burlón. Si claro, como el mío no parece una tienda de discos...

-Gracias. ¿Quieres oír algo de música?- pregunto curiosa.

-¿En qué?- cuestiona mientras pasea sus ojos por mi pieza de nuevo.

Ruedo los ojos con fastidio. Tomo su mano y avanzo hacia la puerta indicada, la abro despacio y enciendo la luz. Sus ojos recorren apresurados la habitación al mismo tiempo que piensa demasiadas cosas. No dice nada debido a la sorpresa, creo que Alice se quedará igual cuando entre a ver cierto guardarropa.

Me siento en el sofá mientras él recorre cada instante, nombrando discos y pistas, selecciona uno y lo pone en el aparato. El cuarto se llena con una melodía de piano que realmente me fascina. Se sienta a mi lado en silencio, no hay mucho que podamos decirnos. Hay algo que podría contarle, pero no se si es el momento indicado. Como por arte de magia mi teléfono comienza a sonar, lo contesto rápidamente para no perturbar el tranquilo ambiente.

-Bella, cielo. ¿Qué tal tu "vida"?- -Oh "tío", bien.- -¿Estas sola?- -No- -¿Con quien estas?- -Un compañero del instituto- -¿Tu "tua cantante"?- -Si- -Te lo dije princesa, él es tu pareja- -Baja la voz. Y no lo se.- -Pero¿te gusta?- -Si- ¿Y tu a él?- -Si- -Puedes contárselo- -¿Ahora?- -Por supuesto- -No me creerá- -Te llamo en diez minutos para confirmárselo- -Esta bien. Espero tu llamada en diez minutos- sin más cuelgo, Aro lo ha dicho, es el momento.

-Edward tengo que decirte algo- comento sin mirar a sus ojos dorados.

-¿Qué ocurre Bella?- pregunta un poco frustrado.

-Tengo que contarte mi secreto...veras...yo...no soy lo que todos creen...yo soy...esto...-no se si decirlo o no.

-¿Qué Bella¿Qué intentas decir?-

-Que yo...yo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario