Los Cullen se encontraban reunidos en su acogedora sala familiar. Los colores claros de la habitación y los muebles daban ese ambiente de tranquilidad y comodidad que tanto disfrutaban, aunque el hecho de contar con Jasper Hale era un punto a favor cuando intentaban estar serenos.
Carlisle se encontraba sentado en el sillón individual, mirando distraídamente el nuevo cuadro que estaba colgado sobre la pared frente a él. Un cuadro que su esposa Esme había pintado; ella se encontraba sentada en el reposaba brazos del sofá donde su esposo pensaba, contemplando sus manos entrelazadas por breves instantes, para luego perderse en su mundo de ilusión y fantasía.
Emmett estaba acostado sobre el suelo, observando el techo de modo ausente, y escuchaba a una frustrada Rosalie discutir sobre las desventajas de un nuevo coche que saldría a la venta en algunos meses. El "mayor" de los Cullen no prestaba mucha atención a su flamante esposa, pues su mente era ocupada por la imagen de otra mujer: una chica de aspecto frágil e inocente, que aunque no lo era, en todos los sentidos lo parecía.
Rosalie sabía lo que pasaba por la cabeza de su marido, pues lo conocía a la perfección. Seguía discutiendo sobre el nuevo auto, pero no pensaba en ello. Su mente le traía recuerdos de una nueva amiga, su vida pasada y lo que esperaba en un futuro.
Jasper estaba sentado en una silla del comedor, en sus manos portaba un libro con varios siglos de antigüedad, escrito en una lengua muerta. Lo traducía con paciencia, intentando de ese modo no agobiar a su hermano, aquel capaz de leer la mente del resto, pues estaba seguro que toda la familia pensaba en algo similar a lo que él intentaba evitar. Podía sentir las ondas de frustración, cariño, comprensión y tristeza, que inundaban la sala; y con solo sentir eso, a su mente venía la imagen de una joven chica de ojos cafés.
Alice estaba sentada en uno de los escalones que conducían al siguiente piso, mirando en silencio sus zapatos. Su postura reflejaba el fastidio que sentía, lo más probable es que se encontrara molesta por alguna situación. Una imperfección en uno de sus pequeños viajes por el tiempo o simplemente, porque su amiga Isabella no había llegado aún. Bufó con cierta resignación.
Edward estaba sentado en los escalones del porche, alejando de su mente los pensamientos de su familia. ¿Por qué todos pensaban en Bella Swan? Su rostro estaba serio, crispado por el enfado, pero sus ojos carecían de brillo alguno. Un sentimiento extraño le recorría el cuerpo, quizás fuera melancolía o solo confusión, no estaba seguro, pero no le gustaba.
Un sonido entre los árboles lo alertó de la llegada de un nuevo invitado, y por un momento, la esperanza brilló en sus ojos, pero no era lo que esperaba ver. Entre la oscuridad distinguió dos figuras, las cuales reconoció de inmediato.
Lizzy y Ed caminaban en dirección a casa de los Cullen, dispuestos a acompañar a su amiga. El camino no era complicado para alguien capaz de guiarse fácilmente, y dieron con la casa en un segundo. Edward los recibió cortésmente y los condujo al interior, para luego retomar su lugar en la entrada principal.
-¿Dónde está Bella?- preguntó un tanto ansiosa la vampiresa de rebeldes cabellos negros.
-Ha salido para acá media hora antes que nosotros, pensamos que se encontraba con ustedes.- repuso con preocupación la amiga de Isabella, mientras su novio sujetaba con fuerza la mano femenina de su eterna compañera. Acaso, ¿no vino?- una nota de histeria se asomó en su melodiosa voz.
-No, no hemos tenido noticias suyas.- dijo con aire distante Carlisle, quien pensaba en Bella y el lugar dónde podría encontrarse.
Todos permanecieron en silencio, todos excepto una persona.
...
Edward corría por el bosque a toda velocidad, intentando de algún modo dar con el aroma de Isabella Swan, pero el resultado no era favorable.
Aún así, él la buscaba desesperadamente, preocupado por su paradero; y ansioso por verla de nuevo.
...
Sus colmillos se detuvieron a un centímetro de tocar el cuello de su presa, quien mantenía los ojos cerrados a causa del pánico y sollozaba débilmente. Los ojos negros de su cazador lo contemplaban con anhelo, deseoso de probar el cálido líquido rojo de su cuerpo.
-No lo hagas, por favor.- dijo una débil voz. –Detente.- suplicó de nuevo.
Isabella Swan se encontraba de rodillas sobre el suelo, contemplando con ojos angustiados al vampiro que mantenía preso a un chico de unos quince años.
-Is Swan.- murmuró mordazmente aquel ser salido de un cuento de terror. Soltó a su presa un poco, y en un instante, la vida del chico le fue arrebatada. No bebió la sangre derramada aquella espantosa criatura, pero si contempló con una enorme sonrisa el cuerpo inerte en sus manos. -¿Qué pretendes?-
-No debiste hacer eso.- dijo con un profundo dolor en sus facciones. –No tenías por qué...-
-Fue divertido.- dijo felizmente el misterioso ser. –Vamos, Bella, tu eres la culpable de que no pudiera alimentarme.-
-Odio a los vampiros como tú.- giró el rostro, indignada. Aquel vampiro solo rió estridentemente. Ella lo fulminó con la mirada.
-Vamos, amor.- las palabras que pronunció bastaron para que ella le contemplara con rostro furioso. –Sabes que no puedes odiarme...-
-Claro que puedo, ya lo hago, James.- exclamó ella, completamente encolerizada.
-Los Vulturis no estarán muy felices de saber el modo en que te comportas con tu prometido.- cantó con su melodiosa y seductora voz.
-No eres mi prometido.- repuso ella, apretando los puños en un intento de controlarse.
-Aro lo dice.- le llevó la contra el vampiro.
-Dijo que era mi decisión, y yo me he negado.- contestó con fastidio. –No te metas más conmigo, prefiero morir que estar a tu lado.- una sonrisa socarrona se extendió por el rostro de James. Ella le contempló con recelo, esperando que la atacara para iniciar la lucha.

Is retrocedió varios pasos, pero su espalda chocó con otro lobo, uno un tanto más pequeño y de pelaje cobrizo. Los ojos oscuros del animal la contemplaban con reconocimiento. Bella miró al licántropo con asombro y un poco de miedo, y creyó verlo inclinar la cabeza ordenándole que se marchase.
Dio varios pasos en dirección contraria a ambos lobos, y corrió, dándose cuenta que no la perseguían y que el mayor de ellos se lanzaba contra su "amigo". Corrió sin rumbo, terminando fuera del pueblo, desorientada y con algo de pánico y culpa en sus ojos chocolate. Con paso lento, y oculta entre las sombras, emprendió el camino de regreso.
-¡Oh, Is!- dijo una ansiosa Lizzy cuando su amiga respondió al celular por fin. -¿Qué haces ahí?- preguntó cuando la vampiresa le dijo que se encontraba en Seattle. -¿Quieres que...?- ella negó. -¿James?- preguntó con recelo y furia, su novio se tensó a su lado. Los Cullen la miraron sin entender. -¿Qué?- preguntó asombrada al escuchar la parte de los lobos. -¡No me lo creo! ¿Cómo es que...? ¡Oh!- la dejó explicarle lo de su huida y luego se despidieron.
Edward entró en ese momento por la puerta, su rostro un poco más pálido de lo normal.
-Dos lobos acabaron con un vampiro en el bosque.- dijo con expresión ausente. Todos los Cullen se tensaron como respuesta, pero Liz y Ed suspiraron aliviados. –Vi a Bella en sus mentes.-
-Ella está bien.- dijo Ed, recordándoles de la llamada efectuada por ella. –Con el que han acabado es con James, un viejo conocido nuestro.- por el tono de alegría todos se vieron sorprendidos.
-No es un vampiro agradable.- dijo Lizzy en su plan de reproche. –Aro prácticamente arrojó a Bella a sus brazos.- el fastidio se notaba en sus palabras. –Bella declinó educadamente la propuesta de matrimonio, pero el siguió acosándola. Me dijo que se encontraron antes que llegaran los lobos, y aunque es extraño, ellos la dejaron marcharse.- todos estaban asombrados. –Ahora está en alguna parte de Seattle intentando volver.- rió divertida y todos suavizaron la expresión.
-Iré por ella.- dijo Edward y nadie se opuso. Iría más rápido corriendo que en su coche y así lo hizo. Y la encontró, pero no como él esperaba.
Bella estaba sentada en el bosque, a escasos kilómetros de la casa Cullen, con la vista perdida en la oscuridad. No miraba nada preciso y su rostro parecía cincelado en piedra, aunque era más una escultura de hielo. Cuando vio a Edward no pudo menos que aferrarse a él con desesperación como en los viejos tiempos, y sollozar –sin lágrimas- sobre su pecho.
Él la abrazó, incapaz de comprender todo.
-No quiero que te vayas...- dijo ella entre sollozos cuando el intentó levantarse. Aunque no iba a irse, solo iba a ponerse de pie para poder ayudarla y llevarla a casa. –Quiero que te quedes conmigo...- las palabras se agolparon en la mente de ambos, ella se congeló un instante, recordando que eso le había dicho una tarde tantos años atrás.
-No me iré, Bella.- respondió dulcemente. –No voy a dejarte...- ella se aferró con fuerza a él, poco dispuesta a marcharse de ese sitio. "Te amo demasiado como para perderte". Pensó distraídamente el chico, mientras en su mente se repetían esas palabras que dijo la muchacha...
Se perdió unos segundos en sus recuerdos, esos que no creía tener presentes.
.-¿Me haría el honor de concederme la próxima pieza?- su propia voz le pareció lejana. Vio una pequeña mano posarse sobre la suya, pero no a la dueña de la misma.
Le advierto...-comenzó ella.-Que soy muy torpe y temo...- la voz de la muchacha era dulce y sonaba avergonzada.
-No debe preocuparse por ello.-sus ojos chocolates se clavaron en los verdes de él. Unos ojos chocolate demasiados hermosos para ser olvidados -Solo disfrute el baile.-ella asintió y se dejó llevar.
Pequeñas conversaciones, una figura femenina abrazada a él, un primer beso. No sabía quien era esa muchacha, o por qué de repente la recordaba, pero estaba seguro que pronto lo iba a descubrir.
Los ojos chocolate de Bella Swan lo contemplaban con cierta precaución, pero a la vez con esperanza. Por impulso se acercó a ella, sus labios quedaron a escasos centímetros, sus alientos chocaban.
Estaba por besarla, pero ella bajó el rostro de modo inocente, siendo consciente de lo que él haría. Edward no pensó que lo hiciera a propósito, sino como un reflejo por su timidez.
La abrazó contra su pecho de nuevo, mientras forzaba a su mente a viajar décadas en el pasado. Algo le indicaba que Bella estaba presente en sus recuerdos, esas memorias que tanto trabajo costaba recordar...quizás esa muchacha a la que veía era la misma que se encontraba entre sus brazos ahora.
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