Epílogo.
En tu mente se repite ese día, el día que ella murió y te duele pensar en ello, porque sabes que toda la culpa es tuya, que si no hubiera sido por ti, ella estaría viva. Que si hubieras llegado unos minutos antes, o si mejor aun, no te hubieras marchado, no estarías en este momento de pie frente a su tumba.
Y te arrepientes de haber causado el final de su vida, de no haber estado para ella cuando debiste estarlo, pero sabes que no puedes volver el tiempo atrás. Aunque desees hacerlo.
Y te inclinas sobre la fría lápida de cemento, y colocas sobre ella una rosa roja, porque ahí descansa la persona, aquella humana, que amaste más que a nada en el mundo. Y a la que mas daño le causaste, y lo sabes.
Ha pasado una semana desde que eso pasó, desde que ella murió. Y se te figura poco tiempo, pero sabes que así es.
Isabella Marie Swan.
1988-2008
Lees su nombre y los años, su cumpleaños 20 se acercaba, y recuerdas como se negaba a llegar hasta ese punto, ella decía que jamás iba a cumplir los 20, y tenía razón. No los cumpliría.
-Edward.- escuchas a alguien llamarte, y sientes como una persona se inclina a tu lado para mirar lo mismo que tu.
Una sonrisa rota se extiende por su bello rostro al contemplar el dolor en los tuyos, y su desordenado cabello negro es agitado por el viento al mismo tiempo que su mano sujeta la tuya en señal de consuelo y cariño. Y sonríes, poniéndote de pie con su ayuda.
Y caminas para encontrarte con los tuyos, con el resto de tu familia.
Los coches esperan en la entrada del cementerio, este es el último día de los Cullen en Forks, ese pequeño y aburrido pueblo que fue testigo de tantas cosas llenas de magia.
Pero no puedes evitar girarte y contemplar la tumba de Bella una vez más, porque sabes que todo su humanidad está enterrada bajo metros de tierra, pero que su verdadera alma está contigo.
Y sientes una pequeña mano apretar cariñosamente la tuya, y ríes, porque sabes que eres feliz a pesar de todo.
Unos ojos negros como la noche te contemplan con curiosidad, y la mano que no sujeta la tuya acaricia tu rostro. Deposita un beso sobre tu mejilla y se aparta con una sonrisa, y no puedes evitar devolvérsela, porque ella sigue siendo tu todo.
-Te amo, Edward.- dice dulcemente, y te sientes el ser mas feliz del mundo, y casi puedes jurar que lo eres.
-Yo también te amo, Bella.- una pequeña sonrisa se extiende por su rostro. –Para siempre.-
Tus labios y los suyos se encuentran de nuevo, y te reprochas el haberte perdido de esto tanto tiempo, pero ya nada del pasado importa, porque sabes que van a estar juntos por el resto de la eternidad.
Y sabes que este no es el final, sino el principio de su historia.
Esto es...
Un Nuevo Comienzo.
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