-¿Sabes, ...?-preguntó la muchacha y él no dijo nada, ni la miró.-No me opongo a que te marches, pero...promete que no me olvidarás.-él le dedicó una mirada sorprendida y una sonrisa bailó en sus labios. Ella bajó la vista avergonzada y sus manos comenzaron a jugar con la tela de su vestido.
-Sabes que yo nunca te voy a olvidar, ...-dijo acariciando su mejilla.-No importa donde me encuentre, quien me acompañe o el tiempo que pase. Tu siempre estarás conmigo.-ella lo abrazó y cerrando los ojos dejó escapar un suspiro.
-Yo tampoco seré capaz de olvidarte.-dijo pasados unos minutos.-No importa lo que pase, ... Así viva cien años o toda la eternidad, tu siempre estarás presente en mi corazón.-
Pero él la olvidó con el tiempo. Él pensaba ir a luchar, la guerra era su sueño, ser soldado su máxima aspiración; y ella, ella soñaba con ser feliz a su lado. Tenía miedo de perderlo en el campo de batalla, de no volver a verlo...pero aceptó su partida poniendo como única condición que él la recordara, ni siquiera esperaba que la amara o le prometiera casarse con ella, solo deseaba...estar presente en su memoria, aunque no lo estuviera en su corazón.
Y él se lo prometió. Dijo que jamás la iba a olvidar, pero lo hizo. Y ella lo supo, porque cuando estaba cerca de él, mientras tarareaba una triste canción, recordó aquella promesa y el primer beso que compartieron. Pero él, no pudo descubrir en los ojos de su "amiga" el dolor por los recuerdos, y la dejó sola de nuevo, perdida en el olvido, desconectada de la realidad, sufriendo por su destino...
Isabella terminó la lectura de su diario, claro está, sin decir que era suyo ni poner los nombres en su sitio. Aquella noche, tres días después de su concierto, se encontraba en casa de los Cullen. Alice y Rosalie la habían invitado, pues cuando se es inmortal, el tiempo es lo que te sobra. Y una pijamada es perfecta cuando no necesitas dormir.
-Es una triste historia...-susurró Alice, mientras con sus dedos acariciaba la mano de Bella, quien de ser humana, estaría llorando ante semejante cuento. –Pero, lo que no entiendo, ¿por qué la olvidó?-
-El tiempo pasa, Alice. Él prometió recordarla, pero falló al intentarlo.-murmuró ella.
-Debe haber sido un idiota para hacer semejante promesa si no podía cumplirla-declaró Rosalie molesta, ganándose una sonrisita por parte de Bella y una pequeña risa de Alice. -¿Y ella, que pasa después?-
-No lo sé, la historia no está completa...-murmuró la vampiresa un poco sombría.
-¿Y si continuamos nosotras?-preguntó una eufórica Alice.
-Esa es una buena idea.-murmuró Rosalie, y apenas esas palabras escaparon de sus labios, todos: Carlisle, Esme y el resto de los chicos, ocuparon la sala para ver de qué hablaba Rosalie, pues cuando tenía una buena idea...no era nada bueno...
-¿Qué hacen?-preguntó curiosa Esme, mientras se sentaba al lado de Bella y miraba el diario sobre sus piernas. Pero Isabella se dio cuenta, y antes que la mujer de cabello caramelo pudiera leer algo, lo cerró.
-Bella nos contaba una historia.-todos asintieron, pues al tener tan buen oído, también la habían escuchado. –Y pensábamos en terminarla, ya que no tiene final-terminó Alice.
Ella se encontraba de nuevo frente a aquel muchacho del que se enamoró. El tiempo había pasado, pero su cariño no había disminuido. Es cierto que encontró a otra persona que la amaba y ella creyó amarlo, pero también lo perdió.
Su mirada profunda se clavó en la de él y dedicándole una sonrisa, estrechó su mano –y la de sus nuevos amigos- y se presentó. Esperó ver en su rostro el reconocimiento, pero no hubo tal. Él no se inquietó al escuchar su nombre, y con amabilidad la saludó, pero el trato era superficial.
Empezaron a convivir con mayor frecuencia, y él parecía más natural a su lado, pero no la recordaba. Y ella...ella no era capaz de olvidarlo. Al principio no estaba segura que fuera él, pero poco a poco, entendió que no se equivocaba. Decidió acercarse a él, ser su amiga "de nuevo", y hablaron sobre sus vidas...hasta que él dijo que nunca se había enamorado...entonces, él corazón de ella se rompió y los lentos latidos se pararon. Sus ojos se llenaron de lágrimas, las cuales ocultó saliendo de la habitación, pero él no entendió la repentina reacción.
Y cada vez que lo veía, el brillo de sus ojos se apagaba, y él parecía notarlo, pero no decía nada. Y ella no lo obligaba a recordarla, porque deseaba estar en su memoria de nuevo...pero no deseaba forzarlo...ni que fingiera saber de ella y su pasado.
Y las tardes pasaron, los amaneceres llegaron...cada segundo ella sufría...ella lo amaba...
-¿Bella?-preguntó un preocupado Carlisle, provocando que la chica dejara de contar la historia y abriera los ojos. -¿Estas bien?-ella asintió, pero en realidad, no lo estaba.

-Estabas...muy extraña.-dijo Jasper con calma, provocando que todos se relajaran. –Cerraste los ojos y parecías estar durmiendo, tu respiración se detuvo y tu piel pareció mucho más traslucida...-
-Tus palabras eran hirientes, era triste...como si contaras una historia propia y no leyeras un libro...-dijo Esme.
-Y de repente, cuando nos acercamos a ti, no pudimos avanzar...-dijo Alice, completamente interrogante.
Ella bajó la mirada hasta su regazo y suspiró. –Lo siento.-dijo por fin, y su voz sonó rota. –Cuando...cuando cierro los ojos y...cuando me desconecto de la realidad o entro en estado...en estado de "shock" por llamarlo de algún modo, mi don se activa automáticamente...puedo controlar a quien desee, pero sobre todo, puedo ocultarme. Puedo crear un escudo y protegerme de...de todos, de la realidad, de...lo que deseo.-
-¿Lo haces con frecuencia?-preguntó Carlisle.
-Si. Suelo...no me gusta lo que somos...con frecuencia me cierro, puedo pasar meses encerrada, en la oscuridad, sin ir de caza ni hablar con nadie.-todos la contemplaron sorprendidos.
-Pero, pareces una chiquilla tan alegre.-repuso desconcertada Esme, sin abandonare se toque maternal propio.
-No lo soy, desde que llegué a Italia dejé de serlo.-
-¿Recuerdas tu pasado, verdad?-preguntó Edward, intentando descubrir un poco mas de ella. Asintió, y de inmediato se arrepintió de ello.
-Háblanos de ti.-dijo Carlisle.
-Nací en 1902 en una gran ciudad, mis padres eran unas personas maravillosas. Mi padre trabajaba con un hombre asombroso, era tan sencillo relacionarnos con la gente y así fue como conocí a...lo conocí. Mi primer amor fue a los 15 años, él era mi mejor amigo, y sinceramente...esperaba algo más. Él deseaba ser soldado y yo me oponía, pero terminé aceptando su destino...siempre y cuando...no se apartara del mío. Yo le amaba y aunque no sabía si él sentía lo mismo por mi, creía en ello. Nos hicimos una promesa, pero ambos la rompimos en cierto modo.-suspiró y todos la contemplaron tristemente, comprendiendo de donde venia su historia.
-Me mudé a finales de 1918, a Forks, la casa donde vivo ahora es aquella que compraron mis padres. Me encargué todo este tiempo de atenderla desde Italia. Mi mejor amiga había fallecido tres días antes de mi mudanza, estaba abatida. Y el amor de mi vida, había perdido la suya en nuestra ciudad, muriendo de una enfermedad, igual que su familia y mi amiga. Aquí en Forks, conocí a otro chico, un muchacho de carácter dulce y trato amable; su familia me aceptaba y yo era feliz, le amaba tanto como al primero, porque ambos eran iguales en todos los aspectos, salvo el color de ojos y cabello; me propuso matrimonio y acepté. Su hermana y otras amigas me invitaron a Europa, mi nueva posición social me permitía grandes viajes y costosos obsequios, pensaba comprar mi vestido de novia en Italia.-

-la historia que nos contabas, ¿es la tuya, cierto?-preguntó Rose con la mirada fija en el suelo. Ella asintió y siguió sollozando, hasta que su cuerpo se "congeló" y sus ojos se cerraron, permitiéndole perderse en el mundo de sus "sueños".
...
...
...
-Isabella Marie Swan.-susurró de forma distraída Carlisle mientras iba al volante de su mercedes negro. Esme a su lado lo contempló con rostro incrédulo. –Es ella, Esme.-
-¿Estas seguro?-preguntó.
-Lo se, Esme.-dije observando por el espejo retrovisor a la preciosa muchacha que "dormía" en el asiento trasero. –La vi en el hospital de Chicago, iba a visitar a su amiga y siempre...se paraba a observar a Edward desde el marco de la puerta, en ocasiones la vi llorar, pero nunca entraba...creo que no quería molestarlo.-
-¿Quieres decir que esta niña...?-
-Ella se refiere a Edward en su historia, por eso su canción nos lo recordó, por eso ella se acercó a nosotros y por eso ahora...luce tan decaída en nuestra compañía.-
-Pero, dijo no recordar su pasado y hoy...-
-Quiere que Edward la recuerde, no va a forzarlo.-dijo con calma, pero su voz estaba impregnada de cariño. –Aunque se lastime en el camino.-
-Todo va a salir bien. Edward la quiere, aunque no lo sepa todavía.-
Y la miraron una vez más, contemplando como una pequeña sonrisa se formaba en los labios de la chica después de oír aquella frase a pesar de estar fuera de la realidad.
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