Capítulo 8. Es sólo una broma, ¿verdad?
No podía salir del baño una vez noté la sortija en mi dedo. Era un peso más que agregar, y realmente lograba sentirlo. La contemplé por minutos que parecieron horas, incapaz de pensar en otra cosa distinta al matrimonio. Nunca tuve la idea fija de contraer nupcias, no es algo que me atrajera fuertemente, y menos con una persona totalmente desconocida y en una noche donde el alcohol gobierna tus sentidos.
Edward podía ser un chico bastante lindo, y yo podía ser bastante observadora como para no notar su perfección y atractivo físico. ¿Y qué persona podría ignorar a semejante hombre? Pero eso no significaba que nos ataría de por vida, aunque ese papel en la cama parecía bastante convincente y dispuesto a dificultarnos la situación. Cuando las cosas van mal, no pueden ponerse peor, ¿verdad?
Mi celular, que se encontraba sobre el lavabo, volvió a sonar. Pegué un salto y ahogué un grito, demasiado metida en mis pensamientos como para no sobresaltarme ante la estridente melodía. Vi el número en la pantalla, y mi rostro se puso lívido. Jasper.
¿Cómo decírselo? Jasper siempre ha sido como un hermano mayor para mí, lo amo como a eso, un hermano. ¿Cómo le cuentas a tu mejor amigo – casi hermano, que te casaste con su mejor amigo en tu primera noche de copas real? ¿Cómo le dices que fuiste lo suficientemente descuidada para perder algo valioso? ¿Y qué hay de las posibles consecuencias de todo eso, qué si hay alguien más involucrado?
El timbre siguió por algunos segundos, luego se detuvo. Miré la pantalla de nuevo, suspirando derrotadamente. 'Una llamada perdida.' Y luego, sonó una vez más. Y otra, y otra más. Me deslicé hacia el suelo, con la espalda totalmente pegada a la pared. ¿Qué hacer? Nunca había visto una situación similar, era tan… insustancial. Un día eres la chica ordinaria, a la que molestan las divas del colegio, y al siguiente despiertas casada con el hermano del novio de tu amiga. ¿Dónde se ha visto eso?
"Son cosas que pasan." Es una de las frases que más me repite Alice. "Pero, ¿por qué sólo me pasan a mí?" Y eso es verdad, aunque Rosalie siempre me llamaba la atención por culparme innecesariamente por cosas de mínima importancia. Pero, ¿cómo evitarlo?
Dos golpes en la puerta me obligaron a alzar el rostro del piso, ni siquiera me había dado cuenta que gruesas lágrimas rodaban por mis mejillas. Estaba asustada, y sentía mucha vergüenza. Era inevitable.
Me puse de pie con las piernas temblorosas, vacilé antes de abrir la perilla, y cuando lo hice, me arrepentí totalmente. Edward me miraba con la vista extraviada, como si clavarla en mí le doliera, como si todo aquello le hiciera un terrible mal. Y quise morirme por provocar todo aquello en él, por ser la culpable de lo pasado.
Bajé la mirada y nos quedamos en silencio por largo rato. Hasta que me aparté y salí de la habitación, permitiendo que tomara un baño, para reunirnos con el resto del grupo y… explicarles la situación.
Jasper POV
-Debes calmarte, cariño.- pronunció Alice con dulzura, para luego girar la página de su revista de modas. –No es cosa grave.- hizo un gesto despectivo con la mano y me sonrió de buena gana. No pude devolvérsela.
¿Cómo podía estar tan terriblemente tranquila? Yo estaba de los nervios, asustado, y ni siquiera había un papel con mi nombre grabado en él.
Bella es una niña bastante dulce, quizás niña no sea la palabra más adecuada, pero no está lista para pasar por esto. Edward no es una mala persona, sabrá cuidarla mientras sea necesario, y realmente parece interesado en ella, pero este tipo de situaciones son las que arruinan toda oportunidad futura.
No es que esté molesto con él, mucho menos con ella; pero de verdad me preocupa lo que ocurre. Isabella siempre ha tenido una forma de ser y ver las cosas de modo peculiar, no sigue las normas impuestas, crea las suyas. Es bastante cambiante y suele aceptar la culpa incluso cuando no la tiene, por eso es que la cuidamos tanto. La experiencia con su ex novio no fue lo mejor, así que desde ese día evitó a todo chico que deseara algo más que ser su amigo.
Y de repente, aparece Edward y rompe los esquemas. Desorienta totalmente las ideas de Bella, se mete en su cabeza y rompe los límites. No es algo malo, lo repito, es un gran chico; pero Bella estará destruida. A demás, le había prometido a su madre virginidad hasta el matrimonio. Y cuando no me contestó, fue que me preocupé notablemente. Llamé a Edward al instante, y me explico la situación de forma breve. La reacción de Bella no me sorprendió en absoluto, cualquiera en su lugar se hubiera puesto de ese modo, quizás peor.

-Bien, Alice. Voy a calmarme.- una gran sonrisa apareció en su rostro. Me incliné para depositar un beso en sus labios, y ese fue el momento donde llamaron.
Me moví de forma veloz, abriendo de un tirón la puerta, esperando el momento en que Bella se derrumbara en mis brazos, pero no era ella. Eran Emmett y Rosalie.
-Yo también deseaba verte, cuñado.- pronunció Emmett en tono sarcástico. Corregí mi postura y lo miré de forma cortante. Escuchaba las risitas de Alice y Rosalie de fondo. Y eso me molestaba más.
Rosalie llevaba consigo un folder claro, y dentro había un certificado, uno de los que dan en Las Vegas cuando… te casas. Mis ojos se abrieron exageradamente y tomé a Emmett por la camisa, aunque el fuera más fuerte y mucho más alto.
-Jasper, ¿podrías soltar a Emmett?- la dulce voz de Bella sonó a espaldas de mi cuñado, suave y rota al mismo tiempo. Aparté mis manos de la camisa blanca de Emmett al instante, como si quemara. Lo hice a un lado y me detuve frente a Bella.
-Bella…- Apenas pronuncié su nombre, se desmoronó en mis brazos, precipitándose hacia el suelo, donde la atrapé. Sus mejillas estaban empapadas, y su piel se veía en exceso pálida. Tenía ojeras, y se le notaba la resaca. Debía tener un dolor de cabeza terrible. Sus labios temblaron ligeramente en el momento en que los sollozos estallaron dentro de su pecho. Edward se detuvo en la puerta.
Rosalie y Alice se fueron a preparar un té. Conocían demasiado bien a Bella, y este era el momento donde demostrarían todo su cariño. Emmett se acercó a su hermano y lo llevó al pasillo, intentando saber con exactitud lo que había ocurrido. Bella lloraba levemente, rota por la promesa desecha. Asustada por una noche que se salió de control. Decepcionada de sí misma. Me mostró la sortija demasiadas veces, incapaz de decir algo coherente. Pasados algunos minutos, que me parecieron eternos, por fin logró calmarse. Y sonrió. Así era ella.
-Gracias, Jazzy.- susurró quedamente. Mirando la taza, casi vacía, de té en sus manos. –Siento causar tantas molestias.- me sonrió avergonzada, alejando todas mis preocupaciones con ese sencillo movimiento de sus labios.
-No debes disculparte por ello, Bells.- ella hizo una mueca, igual que siempre que le pedía dejar sus disculpas de lado. –Eres mi hermanita, debo cuidarte.- no dijo nada, y pude notar sus ojos buscar un punto lejano, intentando cerrarse en su mundo.
-No es para tanto, Bella.- dijo Alice, poniendo los ojos en blanco, a la vez que se sentaba junto a ella. Bella levantó la cabeza de forma rápida y luego se tocó la frente, definitivamente tenía dolor. Después de las copas de a noche anterior, no era algo para sorprenderse.
-Iré a prepararte un café, Bells.- Ella asintió y me entregó la taza de su té. Le devolví la sonrisa de forma sincera, acaricié sus cabellos y salí de ahí, dejando que mi prometida se hiciera cargo del asunto un rato.
Alice POV
Bella se veía mucho mejor ahora. Sus mejillas estaban un poco más coloridas, y el dolor de cabeza parecía disminuir mientras bebía su café. No tenía idea de la tolerancia de Bella hacia la cafeína, nunca la veía tomando café en casa, creo que ni siquiera le gusta. O eso pensé cuando recién lo probó. Tampoco era consciente de la experiencia de Jasper para preparar café. Según tenía entendido, el único hábil en la cocina era Edward, así como en casa lo era Bella.
-Gracias por el café, Jazzy.- dijo Bella, al tiempo que depositaba la taza en la mesita de centro. Mi prometido asintió, nos dio un beso en la mejilla a cada una y luego salió de la habitación, yendo hacia donde se encontraban los chicos. Rosalie entró al salir él.
-¿Te sientes mejor?- se aventuró a cuestionar Rose, a pesar de no necesitar una respuesta.
-Un poco. Gracias, Rose.- Bella bajó la mirada a su regazo y comenzó a jugar con sus manos, nerviosa e inquieta.
-Bella, cielo.- hablé por fin, exasperada por su conducta. –No es algo grave, cariño. Nadie ha muerto.- Rose rodó los ojos y me dio un empujó juguetón en el hombro. –Quita esa cara.- Rosalie se rió ante mi tono de voz tan optimista.
-Hey, tú no te casaste anoche, ¿no?- soltó entre dientes. Completa y totalmente avergonzada de sus propias palabras. Se mordió la lengua suavemente, un gesto que siempre había usado para indicar que algún comentario era venenoso. Era divertido verla. Rose y yo nos reímos.
-Pues, tú no eres la única con un certificado de matrimonio. ¿Sabes?- dije entre risas, incapaz de contenerlas. Bella me miró sorprendida, desorientada totalmente.
-¿Qué dices, Alice?- preguntó dudosa. Llevándose un dedo a los labios, de forma bastante impulsiva.
Señalé con un dedo a Rosalie, quien de inmediato se puso de un adorable color carmín. Era la primera vez que veía a Rosalie ponerse tan roja. Yo, por mi parte, estaba bastante tranquila ante el comentario que acababa de efectuar.
-Pero Emmett y ella son pareja y…- comenzó Bella, pero una Rose bastante acalorada la cortó.
-Bells, me hubiera encantado casarme con Em, no hubiera sido un problema. Pero no es su nombre el que aparece junto al mío.- dijo todo tan atropellado que no pude evitar reírme estridentemente y aplaudir mientras saltaba un poco. Rose me miró con furia y sacó la lengua en un gesto infantil. Bella abrió los ojos impactada, para luego sonreír levemente divertida.
-Puedo preguntar, ¿de quién eres señora ahora?- Me reí más fuerte ante la pregunta de Bella. Sonó dulce e inocente, pero alcancé a distinguir el matiz burlesco en ella. Bells podía ser un diablillo cuando lo deseaba, y esta era una buena ocasión para burlarse de Rosalie.
-¿A qué te suena Rosalie Brandon?- estallé en risas de nuevo. Rosalie movió su cabello y giró el rostro, pero alcancé a verla sonreír de lado.
-¿Tú y Alice…?- Bella no alcanzó a formular la pregunta. Su risa sonó demasiado perfecta, y Jasper se asomó por la puerta al escucharla. Por el rostro sonrojado de Rose, captó lo ocurrido y sonrió también. Luego se alejó, volviendo con Emmett y Edward.
-Vamos, Bella, no es lindo casarte con tu mejor amiga.- Rosalie estaba haciendo un lindo puchero, sonando bastante dulce. Bella dejó de reírse, y su rostro adquirió una expresión bastante seria.
-¿Ustedes han, bueno, tú sabes?- dejé de reírme en ese momento. Rose y yo nos pusimos pálidas, captando la pregunta no formulada.
-¡Claro que no!- gritamos ambas a la vez, atrayendo la atención de los tres chicos en e pasillo.
-Rose y yo no…- no pude terminar, era tan vergonzoso.
-Alice y yo no hemos, bueno, tú sabes…- Rose no mejoró en nada la situación.
Emmett, Jasper y Edward comenzaron a reírse de forma estridente. Mis mejillas comenzaron a arder, por lo que supuse que estaba roja. Rose parecía una linda esfera para el arbolito de navidad. Y Bella, bueno, pues ella se reía de lo lindo de nosotras. Estaba disfrutando no ser la burla por vez primera. Era una completa diablilla y ésta me la pagaría en la primera oportunidad. Aunque me alegraba que hubiera recuperado su buen humor.
-Agradezco que existan los divorcios.- susurró Rosalie una vez todos se callaron y los chicos volvieron a salir.
-Estoy de acuerdo.- dijimos Bella y yo a la vez, conscientes de ello. No estaba en mis planes seguir casada con la hermana de mi prometido por mucho tiempo, aunque deseaba que Bella y Edward no rompieran su lazo sólo por miedo a intentarlo. Son una linda pareja, y dudo que no lleguen a enamorarse profundamente. Son perfectos el uno para el otro. Él es lo que ella necesita, y ella es lo que él espera. No necesito ver el futuro para saber que han de acabar juntos y que serán muy felices.
-Hablando de divorcios, ¿no sería bueno ver eso?- cuestionó Bella, divertida.

Edward POV
Alice había hecho algunas llamadas para averiguar si la oficina encargada de divorcios estaba abierta, y así era. Nos preparamos para ello. Cuando mi mirada chocó con la de Bella, ella apartó sus ojos rápido y tocó con sus dedos la sortija. Yo no había reparado en ella, no hasta ese momento.
Ese anillo había estado en mi familia por generaciones, era el mismo que portó mi madre toda su vida, con el que papá le pidió matrimonio. Y ahora, al verlo en Bella, mi corazón latió con fuerza. Siempre lo llevaba conmigo, colgando de la cadena de plata que mi padre me regaló cuando era pequeño.
Llegamos al lugar indicado más pronto de lo esperado. Era una oficina grande, acondicionada al estilo moderno. Con cuadros extraños y alfombra fina. Había un escritorio frente a un ventanal, sentado ante él estaba un hombre mayor, de tez clara y cabello grisáceo.
-Buenos días, soy el Licenciado Aro Vulturi.- todos nos presentamos y estrechamos su mano suavemente. El hombre parecía amable, y sus ojos mostraban una gran inteligencia. -¿En qué puedo servirles?- preguntó educadamente, sin dejar de sonreír.
-Mis amigas y yo hemos contraído nupcias ayer por la noche.- dijo Alice, entre seria y divertida.
-¿Y eso que tan malo puede ser?- preguntó el hombre, tratando de ocultar su risa.
-Lo que ocurre, es que Alice y yo nos hemos casado. Alice es mi cuñada, ella y mi hermano están próximos a lazarse.- Explicó Rosalie, con las mejillas un poco encendidas.
-Veo el problema, Señorita Hale.- el licenciado se tocó la barbilla suavemente. -¿O prefiera que la llame, Señora Brandon?- Emmett estalló en carcajadas, y Jasper se cubrió la boca con la mano.
-Rosalie es suficiente.- dijo Rose, molesta.
-¿Qué hay de ustedes, Señorita Swan?- Bella se puso roja ante la pregunta. Balbuceó un poco, y no pudo decir nada. Aro se quedó pensativo y luego sonrió. Se giró hacia mí. –Debo suponer por su nerviosismo, Señor Cullen, que ella es su esposa. ¿Me equivoco?-
-No, señor. Ella es mi esposa desde anoche.- Bella me miró, sorprendida. Emmett me puso una mano en el hombro, dándome confianza.
-¿Y, realmente quieren divorciarse?- Su pregunta me tomó con la guardia baja, y vacilé al responder. Él se dio cuenta, enarcó una ceja, pero no cuestionó nada más.
Las chicas sonaron mucho más sinceras, más firmes si gustan, al responder. Eso me dolió un poco, aunque no lograba entender el por qué.
-Lamento tener que decirles esto.- Aro habló de nuevo. Y a pesar de su voz seria, sus ojos mostraban diversión. –Pero el Juez Cayo Vulturi, mi hermano, se encuentra de vacaciones justo ahora.- iba a protestar, pero no me dio oportunidad. –Él es el único que puede decidir cómo proceder. Siento decirles que tendrán que seguir casados hasta su regreso.-
-Y, ¿cuándo vuelve?- preguntó Jasper, rodeando la cintura de Bella suavemente.
Aro sonrió de nuevo, antes de responder:
-En treinta días.-
que pasa despues???
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