14. La Huida.
Me quedé esa noche en casa de los Cullen ayudando a la familia a preparar sus cosas para el viaje. No estaba totalmente convencida de su compañía, pero ¿qué podía hacer? Si la familia de Edward estaba tan decidida a visitar Italia y Aro se pondría feliz de verlos, yo no debía interferir, aunque el principal problema fuera yo misma.
Pasé la mayor parte del tiempo pensando en James. Era algo inevitable. No importa que me esté dando caza en este momento, ni siquiera que intente terminar con mi no-vida. Sé que solo me quiere a mí, por tanto mis padres están seguros, y como ya saben lo ocurrido igual que esta familia con la que me encuentro, ellos podrán avisar a los Vulturis en caso de que yo desaparezca.
Pero, ¿cómo pensar en él del modo que lo hago? Aun lo veo como en los primeros días que convivimos, como el perfecto y atractivo caballero que estuvo a mi lado, empeñándose en hacerme sonreír cada segundo. Como aquel al que consideré mi primer amor...él que...
-¿Bella, estás bien?-pierdo el hilo de mis pensamientos al escuchar el suave murmullo de Edward. Levanto la vista de mi regazo y la clavo en sus ojos dorados.
-Si, solo pensaba un poco...-mi respuesta es sincera, pero él nota que le oculto alguna cosa.
-¿A qué le temes?-la pregunta me golpea con demasiada fuerza. ¿Cómo puede él saber si tengo miedo o no?
-No le temo a nada, Edward...todo saldrá bien...-mi voz se pierde en la habitación y luego el silencio llena el vacío.
El momento de la partida llega, nos acomodamos en los diferentes coches y partimos a casa de mis padres. Aún mi mente formula diferentes maneras de evitar el paseo en avión. Quiero acabar con todo cuanto antes.
Mi teléfono comienza a sonar una vez que estamos en el aeropuerto. En ese momento me encontraba en el baño, intentando pensar con mayor claridad y sin la influencia de mis acompañantes vampiros. Dudo un segundo antes de tomar el celular y sin ver de quien es la llamada respondo.
-¿Hola?-
-Bella, cielo.- Oh oh, James de nuevo. -¿huyendo otra vez? Pensé que querías verme, no sabes que tan desilusionado estoy de ti...-me apoyo en los lavabos para no caer al suelo, no puedo creer que siga teniendo tanto poder en mi.
-¿Qué quieres James?- si, una pregunta estúpida, me quiere a mi. –Y yo no huyo, sabes bien que no lo hago- bien, eso parece falso, pero que mas da. Nadie se burla de Isabella Swan ni la llama cobarde.
-Bella, quiero verte...y sin compañía.- creo que tengo una cita con él. -¿Puedes hacerlo, o estas demasiado asustada?- Eso ya es pasarse de la raya, soy demasiado orgullosa como para aceptar que él, que un estúpido vampiro encantador, perfecto...¡concéntrate Bella!...me mantenga bajo su poder.
-Dime a donde debo ir...-decisión tomada, yo acabaré con todo esto. Si quiere matarme, se las verá difíciles. Aunque debo decir que si tengo miedo.
-El lugar es...
Regreso con mi familia y la de mi novio. Todos están sentados tranquilamente esperándome. Me siento con Edward y espero a que nuestro vuelo ocupe una posición mas alta para emprender la retirada.
La llamada a nuestro avión se hace escuchar y todos nos dirigimos a la vez a nuestro transporte. Pero entre la multitud, regreso por el mismo camino emprendido, alejándome de los míos para reunirme con James.
Salgo a velocidad vampirica del lugar y tomo un taxi de regreso a casa. De ahí corro al bosque, específicamente a un claro. La figura de James espera de pie en medio del lugar y yo me congelo.
-Bella, acércate. No te voy a morder- su sonrisa es suficiente para mí. Paso a paso acorto la distancia que nos separa, quedando frente a frente.
Sus ojos y los míos están fijos en los del otro. Por eso tenia tanto miedo de verlo de nuevo.
James tiene el don de hipnotizar con su mirada, pero yo soy la única presa que ha elegido desde que nos conocimos. El borgoña de sus ojos brilla de un modo especial, contrastando con el chocolate de la atenta espectadora frente a él.
Acaricia mi mejilla con suavidad, como tantas veces lo hizo antes, y no puedo evitar sonreír. Sus labios susurran en mi oído aquellos versos que tanto me gustaba escuchar salir de sus labios, aquellas palabras que me hicieron amarle como lo hice, mi conciencia se calla cuando siento sus labios trazar un camino desde mi oreja hasta el mentón.
El miedo comienza a apoderarse de mi cuando sus manos me toman por la cintura y comienza a repartir besos por mi cuello, mientras mis manos recaen sobre su pecho dispuestas a empujarlo, pero las fuerzas se han acabado. Estoy a su merced.
Sus ojos vuelven a posarse sobre los míos y de inmediato pierdo la batalla. Porque mi mayor temor nunca fue que él acabara conmigo sino que yo acabara con él.
Sus labios atrapan los míos y siento la debilidad apoderarse de mi cuerpo, sus brazos se aferran a mi cintura, apretándome mas contra su cuerpo. Cierro los ojos sin voluntad, controlada a su antojo, incapaz de apartarme de su lado.
Y lo próximo que escucho es un gruñido. James se aparta de mi para pelear contra él que ha interrumpido nuestro momento, yo caigo de rodillas sobre el pasto, jadeando por la desesperación.
Cuando mi mirada se vuelve clara busco al recién llegado, unos ojos dorados me regresan la mirada un tanto furiosos.
-Edward...-digo mientras me pongo de pie, sin apartar mis ojos del par que ahora se debate a unos metros.
Antes de poder parpadear, otra figura me empuja de nuevo al suelo y luego aprisiona mi cuerpo entre la tierra y el suyo, sus ojos negros me miran llenos de furia y ¿celos?
Toma mi rostro entre sus manos y sus palabras escapan de sus labios con todo el odio contenido:
-Es hora de tu final, Bella. No volverás a acercarte a mi James nunca-
Cuando crees que las cosas van mal, se ponen peor...
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