Edward POV
El molesto y constante sonar de la alarma, cuyo reloj marcaba las 5:30 de la mañana, me parecía incluso peor hoy. El clima en Forks no era para sorprenderse, estaba nublado y pequeñas gotas de agua comenzaban a empapar las banquetas de todo el pueblo. Hoy, sin duda alguna, iba a llover con fuerza.
Salí de la cama con gran pesar, apartando las mantas de un tirón antes que me arrepintiera. Mis pies se arrastraban con cada paso, mientras mis manos se dedicaban a tallar los aún cerrados ojos. Tenía que ir a clases.
La ducha me recibió alegremente. El agua caliente me ayudó a calentarme, al tiempo que mis ojos se abrían y me sentía despierto por fin. Dos toquidos en la puerta, después de veinte minutos de estar bajo el agua, me alertaron del fin de mi regaderazo.
Mi nombre es Edward Cullen, tengo diecisiete años y nací en Volterra, Italia; pero actualmente, y por decisión de mi padre, Carlisle Cullen, y mi madre, Esme Evenson, actualmente vivimos -mi hermano mayor y yo, junto con ellos- en Forks, Washington.
Soy un chico desgarbado, con ojos verdes -como mi madre- y el cabello de un extraño color castaño cobrizo. Mi piel es clara, lo común en un pueblo sin sol. Mi hermano, en cambio, es grande y musculoso, de cabello castaño y ojos azules como mi padre.
-¡Vamos, hermano!- gritó Emmett desde el pasillo. Me sequé un poco y luego me puse mis boxers negros, tomé la toalla y salí de ahí, permitiéndole entrar a bañarse. Quince minutos más tarde, yo ya me había vestido y Emmett salía del baño dispuesto a hacer lo mismo.
Desayunamos cereal frente al televisor, mi madre a penas bajaba las escaleras para prepararse un café, y mi padre había tenido el turno nocturno en el hospital, por lo que aún no llegaba. Vimos un estúpido programa sin sentido mientras esperábamos la hora para irnos a clases.
.DyE.
Llegamos al instituto con tiempo de sobra, faltaban alrededor de treinta minutos para que sonara el timbre de entrada.
Estacioné mi coche -un volvo plateado- en el lugar de siempre, al lado derecho estaba un BMW rojo y del izquierdo un Porsche amarillo. El primero pertenece a los gemelos Hale: Rosalie -la novia de mi hermano- y Jasper. El segundo, de mi prima: Alice Brandon, la novia de Jasper; los tres se encontraban recargados en el convertible rojo, esperando por nosotros.
Pero un coche llamó mi atención entre el resto, uno que nunca había visto…un Focus 2009 color negro. La gente del instituto por lo general tiene coches con varias décadas encima, los más lujosos son los nuestros, y por lo visto el Focus, uno de mis autos favoritos.
-Miren eso.- comentó mi hermano, antes de chiflar en señal de admiración y conseguir que nuestros tres compañeros se giraran a ver el auto último modelo, pues es poco común ver en Forks un coche que acaba de salir hace unas semanas. Ya saben, un auto 2009 a mediados de 2008. Nada frecuente…

-Me preguntó, ¿de quién será?- la curiosidad de Alice nunca era algo bueno. Alice es una chica estupenda, pero tiende a exagerar con frecuencia, y cuando algo se le mete en la cabeza es imposible que no logre lo que se propone. Es incorregible y nunca debes apostar en su contra.
-Talvez sea de la nueva chica…- a penas Jasper terminó de hablar, todos nos giramos a verlo. -¿No lo sabían? Hoy ingresa una chica venida de Phoenix…- Alice pegaba saltitos, emocionada por la noticia; pero Rosalie, ella se notaba molesta.
-Les aseguro que es una de esas porristas sin cerebro.- dijo entre dientes completamente irritada mi rubia cuñada. -Esas niñas con dinero que se creen la gran cosa…- Si, Rosalie había tenido graves conflictos con chicas de ese estilo que llegaban a Forks de vez en cuando. La novia de mi hermano tiene un carácter muy fuerte y no soporta que las "niñas bobas" como les llama, hagan de menos a la gente del pueblo.
Estábamos discutiendo nuestras suposiciones sobre la chica nueva cuando un auto que conocíamos a la perfección se detuvo junto al Focus. Era un coche blanco, del cual bajaron cinco chicos de piel cobriza.
Jacob Black y su sequito: Jared, Paul, Embry y Quil. Esos tipos son enormes y compiten fácilmente con mi hermano en fuerza. Son indios de la reserva Quileute, a veinte minutos del pueblo, un lugar llamado La Push. A pesar de encontrarnos a varios metros de distancia, podía escucharlos reírse y decir algunas palabrotas entre sus bromas.
Cuando los cinco estuvieron fuera del auto, se acercaron al precioso coche negro, y lo rodearon. Nos quedamos observándolos fijamente. Esos chicos eran conocidos como los galanes del colegio, tenían a cualquier chica y nunca obtenían un no por respuesta de parte de nadie. Pero también eran unos bándalos y sabían como hacer bromas pesadas.
Los cinco comenzaron a golpear los vidrios polarizados del coche negro, y el sonido producía un sonido sordo en nuestros oídos. Iban a destrozar el coche si seguían de ese modo. Jacob terminó estampando su pie contra la puerta del conductor, y escuchaba a Rosalie maldecir en voz baja. Pero lo siguiente que pasó no me lo esperaba.
Los cinco se apartaron veloces del coche, al tiempo que nosotros nos acercábamos para ver los daños, y la puerta se abrió. ¡El dueño del coche siempre había estado dentro de él! Y nosotros mirando su auto embobados, me sentía avergonzado.
Lo primero que pude ver fueron un par de piernas blancas como la porcelana, y pronto la figura emergió del interior. Y grande fue mi sorpresa al ver a la criatura más hermosa salir del auto.
Era una chica de piel clara y ojos de un profundo color chocolate, el largo cabello castaño le caía suelto por la espalda. Llevaba una ajustada falda negra unos centímetros sobre la rodilla y una blusa manga larga y de botones blanca. Calzaba unos botines negros de tacón bajo. Su rostro era hermoso, como si de una diosa se tratase. Podía competir con Rosalie fácilmente, y no solo eso, estaba seguro que causaría revuelo entre los alumnos.
La vimos azotar la puerta del coche y luego agacharse un poco e inspeccionar los daños. Un rayón blanco se apreciaba en la negra y reluciente pintura. Vi su ceño fruncirse, dado que ahora estábamos a unos cuatro metros de ella, y soltó un bufido. Alzó la vista encolerizada y Jacob le sonrió desde el extremo trasero de su propio auto.
-Eres un idiota.- susurró ella con su suave voz. Parecía mentira que un insulto pudiera sonar tan sensual y dulce a la vez. No me quedaba duda alguna, solo ella podría decirlo de ese modo.
-No te enojes, nena.- le cantó Jacob en su "tono seductor", el mismo que utilizaba cuando pensaba perseguir a una chica. -Puedes pasarte esta tarde por el taller y lo arreglaremos.- ¡Con que ese era el truco! Casi había olvidado que Black y sus amigos tenían un taller en la cochera del primero.
Ella se levantó y nunca apartó la mirada del rostro de Jacob Black, no nos prestó atención en ningún momento. Sus manos estaban cerradas en puños, y si las miradas matasen, el quinteto de tontos estaría sepultado bajo tierra lodosa.
-No vuelvas a llamarme nena, ¿queda claro?- la vi hacer una mueca, antes de llevarse el dedo índice y el pulgar al puente de la nariz y contar hasta diez. Pero ella no contaba con el "Plan B" de Jacob. Antes que pudiera decir algo, el "señor seductor" le había rodeado los hombros con un brazo y comenzaba a caminar casi arrastrándola.
-Vaya que tiene mal genio.- comentaron entre risas Jared y Paul al pasar por nuestro lado.
-Te apuesto cien dólares a que no la consigue.- la voz de Quil pronto resonó en el lugar.
-¡Vamos, amigo!- Embry parecía molesto. -Sabes bien que va a caer. Contra Jacob no puede, y menos ahora que casi viven juntos.- me quedé sorprendido ante eso. ¿Acaso la nueva y Jacob Black tenían algo que ver….?
-Sólo debes mirarla.- señaló Quil. -No soporta tener gente cerca.-
-Conoces a Venus, Quil.- Embry se rió. -Sam y Emily saben calmarla, no por nada vive con ellos. Es seguro que Jake consigue una cita con ella.-
-¿Venus?- Quil estalló en carcajadas. -Estoy de acuerdo en que es una belleza, pero no está relacionada con el amor de ningún modo.- Embry también se rió. -Me gusta más Nix, le pega mejor.-
-¿La diosa de la noche?- Quil asintió y Embry hizo una mueca. -¿Y por qué no la llamamos Eris?-
-La diosa de la discordia…me agrada, especialmente cuando el resto de los chicos la vean…- ambos chocaron los cinco y luego desaparecieron de nuestra vista.
Nos miramos sin comprender nada. ¿Cómo es que un día común y corriente había dado ese giro en solo veinte minutos? Al parecer la chica nueva comenzaría a afectarnos a todos de algún modo. O eso entendía ante la amenazadora mirada de advertencia de Black y sus amigos, quienes habían marcado como suya a la muchacha de ojos chocolate.
Emmett, Rosalie y Alice comenzaron a moverse pronto, ingresando al colegio. Jasper y yo teníamos casilleros continuos, por lo que se fue conmigo a sacar sus libros. Y ahí estaba ella, a dos casilleros del mío, acomodando sus cosas.
Y por alguna extraña razón, no podía dejar de mirarla. Y Jasper lo notó…
-Es bonita.- susurró cerca de mí, trayéndome de vuelta al mundo real. ¿Bonita? Era mucho más que eso…es…es…
-Es un ángel…- dije en un murmullo, notando al instante mi error y el calor que me quemaba las mejillas ahora escarlatas.
-Un ángel de alas negras…- pronunció Jasper y me giré a mirarlo sin entender. -Alas negras, rotas y manchadas de sangre…- antes que pudiera preguntarle la razón de su comentario, dio la vuelta y se fue.
Y mientras la nueva alumna caminaba dándome la espalda pude ver lo que mi amigo intentaba decir.
Sus alas eran de un color negro -tan profundo como la noche-, pero estaban teñidas de manchas rojas. Y se encogían en su espalda, rotas, heridas…
Y yo quería conocer el motivo…
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