-Estúpido instituto lleno de humanos insolentes.- pronunció la de ojos violetas al dejar su casa. Sus pasos la condujeron a la carretera, y siguió su camino a paso humano hasta el lugar llamado escuela, dispuesta a llegar tarde y ser despachada a su hogar. Pero eso no ocurrió. –Maldito reloj adelantado de esa casa...- maldijo interiormente a su escaso interés por el tiempo, lo que la había llevado a salir excesivamente temprano.
-Buenos días, alumnos.- pronunció el profesor de Literatura, recibiendo a sus alumnos con una enorme sonrisa que solo representaba una cosa: examen sorpresa. –Saluden a su nueva compañera, la Srita. Swan.- la nombrada entró al salón, sonriendo dulcemente y dejando a varios sin aliento.
"Es realmente hermosa..."- pensó un chico al fondo del salón, para luego jadear en busca de aire.
"Mira esas curvas..."- un chico rubio de ojos azules no apartaba su mirada de ella. "Pienso abordarla al sonar el timbre"- sonrió sensualmente, o eso es lo que llegó a pensar.
"Es tan hermosa como los Cullen, ¿tendrán algún parentesco?"- se preguntó una chica al lado del único asiento vacío en aquel salón atestado de gente.
-Mis queridos estudiantes...- la voz del maestro resonó en aquel silencio sepulcral. –Hoy tenemos un examen sorpresa...- cientos de bufidos fueron escuchados. –Y por su falta de cooperación, será oral...- quejas, murmullos, bufidos fueron la respuesta.
-Hola, mi nombre es Jessica Stanley.- murmuró la chica a su lado. "Espero que no se acerque a Edward..."- la de cabello castaño hizo una mueca, que pronto cubrió con una bella sonrisa.
-Soy Isabella Swan, es un gusto conocerte Jessica.- se rió interiormente por el rostro desencajado de su compañera, quien se había quedado alucinada con el suave tono de su voz. Deslumbrada, como quedaba todo humano.
-Srita. Swan.- le llamó el maestro. –Ha ingresado hoy al colegio y ya la veo hablando en clase.- le reprochó el hombre visiblemente molesto. "El hecho de que sea devastadoramente hermosa y tengo un cuerpo así...¡Concéntrate, hombre. Es una alumna"- ella se rió suavemente, mirando los ojos torturados del hombre. -¿Podría hablarme sobre el libro Orgullo y Prejuicio de Jane Austen, si es que lo ha leído?- le cuestionó el hombre con rostro serio. "Las chicas bonitas como ella no leen, prefieren pasar su tiempo frente al espejo o con sus novios"-
Ella le miró con el ceño fruncido y los labios apretados. ¿Quién se creía ese tipo para juzgarla? Había comprado el libro en uno de sus viajes de cacería en los años de 1950, mucho antes que ese hombre, casi le había tocado conocer a la autora y se atrevía a decir –o pensar en dado caso- que no lo había leído. Los hombres no tienen cerebro, se repitió interiormente, y se rió con disimulo por el chiste privado del que disfrutaba.
-Lo he leído, por supuesto.- repuso con voz aterciopelada, dejando a muchos sin aliento. –Jane Austen es una autora visiblemente reconocida y admirada, sus obras han transcendido las barreras del tiempo y se ha convertido prácticamente en una leyenda. Su obra más grande, o por lo menos a mi parecer, es Orgullo y Prejuicio; que narra el romance entra una joven sin fortuna y un engreído hombre. Elizabeth Bennet representa el prejuicio, dada su facilidad para etiquetar a la gente y juzgarla por su apariencia o comentarios; mientras que el Sr. Darcy representa al Orgullo en todo su esplendor, pues es sabido por todos que es un hombre ruin y sin interés por el resto…- ella continuó hablando, hasta dejar al maestro sin aliento.
El hombre le miró con la boca abierta y una expresión de total sorpresa, revisando una y otra vez el análisis que la muchacha había hecho de la obra. Algunos de sus compañeros chiflaron y otros aplaudieron, pues al parecer era la primera capaz de dejar sin habla al maestro de literatura.
"Definitivamente ella es especial. Debo tener cuidado."- se dijo a sí mismo el hombre. El timbre sonó y todos comenzaron a salir, quedando Isabella en su lugar guardando sus cosas.
"Es mi oportunidad"- la voz de ese chico rubio resonó en su cabeza. –Hola, soy Mike Newton, es un gusto conocerte.- ella le sonrió.
-Soy Isabella, el gusto es mío, Mike.- el sonrió de oreja a oreja, complacido ante su logro. –No quiero ser grosera dado que es mi primer día, pero si lo que intentas en invitarme a salir o algo similar...- el asintió, la sonrisa no se borró de sus labios. -...debo negarme.- todo rastro de simpatía desapareció. –No tengo interés en salir con ningún chico...- "humano" pensó para si misma.
"Definitivamente es como los Cullen"- ella le miró sorprendida. "Ellos siempre se niegan a salir con otros. Esta chica es igual que Edward Cullen".- frunció el ceño, indignada ante tal comparación. Los humanos eran criaturas estúpidas. Recogió su bolso y una libreta de apuntes que siempre cargaba en sus manos y se fue al comedor con el ceño fruncido.
"Vaya, la chica nueva es realmente sexy"- pensó un chico, mientras hablaba sobre ella con sus amigos. "Espero que no tenga novio"- ¿Novio? No lo tenía, nunca lo había querido ni necesitado...
"Solo mírenla, se cree la gran cosa..."- la muchacha con esos pensamientos mordió su manzana roja y giró el rostro.
-Oh, Bella. Siéntate con nosotros.- le habló Jessica Stanley, haciéndole una seña con la mano para que se acercara. Miró a todos los de esa mesa: Jessica Stanley, Mike Newton, Lauren Mallory, Tyler Crowley, Ángela Weber y Ben Cheney. No tenía nada en contra de los dos últimos, pero los primeros cuatro no le agradaban. Sonrió como disculpa y fue a sentarse en una mesa desocupada, no sin antes sentir la mirada de cinco vampiros curiosos en ella.
-¿Esa no es la chica del bosque?-preguntó con una vibración de labios Alice.
-Si, es la chica que manoseó Eddie en el claro.- rió Emmett, ganándose una mirada de reproche de sus hermanos.
Isabella no prestaba mucha atención a su entorno, escuchaba las voces de mucha gente en su cabeza a la vez, un zumbido interminable que la abrumaba, pero era parte del don que siempre había deseado tener. Puso su libreta de notas sobre la mesa y sacó un bolígrafo negro de su bolso. Su maravillosa letra pronto comenzó a llenar la hoja.
Lunes 20 de Agosto de 2005
Primer día...
La vida en Forks no parece ser complicada. Mi casa es confortable y se encuentra en medio del bosque, apartada del resto. Es oscura y fría, o esa impresión me da. Está bien. El instituto es mucho peor de lo que esperaba. Mis compañeros son predecibles, lo que podía considerarse de hormonas andantes en un pueblo sin novedades. El cielo ha estado nublado la mayor parte del tiempo, pero no ha llovido, aún. Me he topado con cinco de los Cullen: Edward, Emmett, Alice, Rosalie y Jasper. Parecen buenas "personas", en lo que cabe decir. Asisten al mismo instituto que yo y en este momento me están mirando.
Nuestro primer encuentro fue algo completamente inesperado. Me encontraba cazando un ciervo cuando éste escapó, por lo que tuve que buscar una nueva presa. La encontré en el claro, pero al parecer Edward Cullen también decidió lanzarse por ella, por la que chocamos y terminamos en el suelo en una posición demasiado comprometedora. Sé que Heidi se va a reír con esto, pero terminé con un lindo chico entre las piernas y una de sus manos en mi pecho. Intenten no recordarlo cuando regrese a casa.
Y tengo un nuevo poder, hasta ahora. Edward posee el poder que tanto he anhelado, y en nuestro accidental encuentro lo he copiado. Ahora leo mentes sin necesidad del tacto, aunque son pensamientos del momento y hay un límite de distancia. Sigo pensando que si convino ambos, saldrá algo bueno…
Seguiré observando…
Isabella Marie Swan Vulturi.
La cerró al tiempo que Alice Cullen se sentaba frente a ella. "Es una muchacha realmente linda. Creo que podemos ser buenas amigas"- el pensamiento de la vampira de negros cabellos fue el más decente de aquél absurdo día.
-Hola, Alice.- la saludó cortésmente. Guardando la libreta y la pluma en su bolso, solo por precaución. –Creo que aún no me presento, lamento lo de la última vez. Soy Isabella Swan, acabo de mudarme a Forks. Discúlpame con tus hermanos.-
-No te preocupes, no están molestos.- pronunció Alice Cullen con lentitud, intentando no alterar a la "humana" frente a ella. -¿Te gustaría sentarte con nosotros?- le preguntó al tiempo que tocaba su mano. Bella se congeló un segundo, el poder de Alice estaba pasando a ser suyo, veía pequeños flash de cosas que nunca había visto, cosas que no pasaban. La pequeña duendecilla tenía acceso al futuro, y ahora ella iba a hacer uso de ese don.
Cuando el proceso terminó, le sonrió agradecida. Ambas se pusieron de pie y caminaron a la mesa de los Cullen, hablando animadamente sobre el ritmo de vida en el lluvioso pueblo.
-Chicos, ella es Isabella Swan.- dijo con voz alegre la vidente. Todos alzaron sus rostros y miraron a la invitada.
-Hola.- contestaron los cuatro a la vez. Bella sonrió como respuesta.
-Siéntate, por favor.- le pidió Alice con dulzura. Ella obedeció sin renegar y tomó asiento junto a Rosalie, frente a Edward, pues se sentaban con sus parejas...se dio una bofetada mental por pensar eso. -¿Y, de donde vienes, Isabella?- le preguntó casualmente.
-Nací en Barcelona, pero al morir mi madre me mudé a Italia, con una amiga y su familia.- respondió mientras desmigajaba sin entusiasmo la dona que le habían ofrecido. –Pero decidieron que sería bueno para mí venir a Estados Unidos. Así que aquí estoy.-
-Siento lo de tu madre.- dijo Jasper, mandando ondas de calma por toda la mesa, pues es sabido que los humanos se ponen sentimentales al hablar de esos temas.
-No te preocupes, fue hace muchos años.- una diminuta sonrisa intentó apoderarse de sus labios, pero no se lo permitió. –A demás, he sido muy feliz con mi nueva familia.- esta vez si sonrió, disfrutando los recuerdos que invadían su mente.
-¿No tenías más familia?- preguntó con curiosidad Alice.
-En realidad, no. Mi padre murió cuando nací, y mi padrastro no me quería. La noche que mi madre murió me escapé de casa, ahí fue cuando mi amiga me encontró y me convenció de mudarnos a Italia. Acepté encantada, y ahora somos como hermanas, y así la llamo precisamente: hermana.-
-¿Tu padrastro nunca te buscó?- la pregunta venía de un interesado Emmett.
-No, pensó que así estaría mejor. Pero yo si lo busqué tiempo después, mi sorpresa fue enorme a la mañana siguiente de haber llegado a Barcelona; todos los periódicos daban a conocer la noticia del asesinato de mi padrastro...-
"Eso se parece al caso del que nos habló Carlisle, el ocurrido en Barcelona en la década de los 50's."- pensó Edward. Isabella lo miró curiosa un segundo, ese chico era realmente listo. Esperaba que no la descubriera pronto, o la diversión se iba a acabar.

La campana sonó, y ella se vio regresada a la realidad.
Cuatro de los Cullen se pusieron de pie, en la mesa solo quedaron sentados Edward y Bella, mirando la mesa sin nada más que hacer.
-Llegarás tarde a clase.- le dijo él. Ella le miró una fracción de segundo, viendo que tampoco él pensaba arriesgarse entrando a Biología.
-No iré. Escuché que harán la prueba del grupo sanguíneo, no creo resistirlo.- sonrió apenada, pues a pesar de llevar cincuenta y cinco años en entrenamiento, aún le era imposible mantenerse quieta al oler la sangre. Él asintió como respuesta.
Se pusieron de pie al mismo tiempo y caminaron juntos y sin hablar hacia el exterior, una vez llegados al estacionamiento se dirigieron al coche de él. Isabella se sentó sobre la cajuela del volvo, mientras Edward se recargaba a su lado. Las gotas de lluvia comenzaron a caer sobre ellos, y sus ojos se encontraron por primera vez. Ese fue el inicio de todo...
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