10 de junio de 2010

Un Nuevo Comienzo: Capítulo XIV

Capítulo 14. Tiempo.

Bella POV

El tiempo sigue su curso con normalidad, nunca se detiene ni espera a los demás. Todos somos peones en el juego de la vida, un juego donde las reglas no existen, donde solo hay dolor y sufrimiento. Los cuentos de hadas nos hacen creer lo contrario, pero lentamente esa simple ilusión se transforma en eso: una ilusión. Cada paso que damos está escrito en nuestro futuro, y marca –de un modo u otro- lo que aun falta por venir. La vida es monotonía pura, una condena a la que todos somos arrastrados y que debe ser cumplida hasta el momento del descanso eterno. Si es que eso existe.

¿Qué hay después de la muerte? ¿Realmente existe algo más allá, un cielo, un infierno? Quizás no. Tal vez al morir ya no haya algo más. El alma es vil fantasía, representación creada para un mayor control de los fieles creyentes de la iglesia. Aquellos que conservan fe en un Dios que ha creado al mundo y le ha dado a cada ser un alma pura que lo diferencia del resto, ¿existe eso? No lo creo con certeza.

¿Cómo puedes creer en algo que no has visto? Vale, lo reconozco. No soy la más indicada para juzgar, pero si tengo razón en eso. Creí en vampiros antes de estar segura de su existencia, pero ya los conocía, aunque no sabia que lo eran. Creí en licántropos antes de verlos, los conocí antes que lo fueran. Y ahora miren las consecuencias...

Tal vez mañana seas solo un recuerdo
Y tal vez mañana seas solo mi ayer...oh
Ya ves, lo se, el tiempo ira escribiendo
De luz, de fe, las calles del desierto
Que entonces hirieron la piel.

-¿Isabella?-la voz de Bibiana me trajo de nuevo al mundo real. Esa realidad a la que no me enfrentaba con frecuencia. Tomar el camino fácil, encerrarme en mi mente y dejarme desvariar sobre cualquier asunto que realmente no me interese, es una gran vía de escape cuando estas prácticamente sola.

Despegué la cabeza del pecho de Tomás y abrí los ojos, intentando enfocar el rostro de mi "amiga" sobre la brillante luz que me cegaba.

-Pensé que te había caído mal la probadita.-rió fascinada por algún chiste privado que no logré entender. Últimamente andaba más distraída de lo normal, mi torpeza había vuelto y me quedaba ida por momentos sin necesidad de la ayuda de mis nuevas "compañeras ilegales".

-Solo está cansada.-salió a mi defensa Jonathan, ahora todos éramos más cercanos. – Ha sido una semana bastante larga, agradezco a la Santa Muerte que ya es sábado...-dijo serio y evite reírme.

Desde hacia un mes habíamos abandonado nuestra religión, si es que tuvimos una alguna vez. Los chicos ahora se creían partidarios de la "Santa Muerte", y en cierto modo...¿qué importancia tenía? Si hay un Dios que nos está desgraciando la vida, por qué no poder creer en aquel ser que nos alivia de todo sufrimiento en el momento que se posa a nuestro lado.

Los últimos dos meses habíamos estado practicando algunos hechizos de brujería y tentando al diablo, incluso muchos clientes –y amigos- que nos visitaban con frecuencia, aseguraban que nuestras almas ya estaban condenadas al infierno y que pronto –y del modo más cruel existente- serian reclamadas por el demonio.

¡Negras blasfemias! Mi alma fue condenada desde el momento que deseé ser parte de los Cullen, ser un vampiro por el resto de la eternidad. Opción que me fue negada de la forma más cruel y dolorosa.

Y ahora ves que otra vez puedo entrar en mi ayer
Los recuerdos no matan mi fe
Quiero hablar, quiero ver, quiero estar y quiero ser
Y en tus brazos volver a nacer...

-Solo pensaba un poco.-dije mientras acomodaba mi cabeza de nuevo sobre el pecho de mi novio y disfrutaba el estar sentada sobre su regazo. Los silbidos y murmullos comenzaron y esta vez si me reí. –Vale, estaba desvariando sobre el tiempo, Dios...y todas esas estupideces.- dije entre risas.

-¡Oh, vamos! ¡No seas tonta!- rió Carolina y me dedicó una de esas miradas registradas para casos de "Efectos causados por pasar tanto tiempo con nosotros".

-Al menos hoy es nuestro último día de trabajo. ¿Quién presta casa?-las miradas se posaron en mí. Me hice la desentendida y comencé a cantar la canción que en esos momentos sonaba en el reproductor.

Y ahora ven y tómame
Que junto a ti yo volveré a nacer...

-¡Oh, vamos!-dijo de nuevo Carolina, esa frase era su favorita y comenzaba a parecerme molesta. Hice una mueca y sentí a Tomás sonreír.

-Nunca hemos visitado tu casa, Isabella. En especial ahora que vives sola.- abrí los ojos de golpe y fruncí el ceño. En cierto modo tenia razón, pero él –Antonio- no era el indicado para recordarme lo que mi distorsionada mente y mi tan conocida imaginación se obligaban a aceptar.

Ya habían pasado cinco meses desde la muerte de Charlie, el regreso de los Cullen y la visita de Edward. ¡Eso si que era horrible! ¡Cuando crees que las cosas no pueden empeorar, lo hacen!

-¡Vete al diablo!- refunfuñé y aparté la mirada de él.

-Oh, va..-

-No vuelvas a decir eso si quieres tener tu lengua.-dije molesta y los chicos se echaron a reír, mientras Carolina me mandaba una mirada asesina y Antonio sonreía discretamente, les encantaba hacerme enojar.

-¿Y qué ha pasado con tu ex?- preguntó con indiferencia Bibiana. En cierto modo los comparaba con los Cullen.

-Nada.-dije para cortar el tema de golpe. Ella frunció el ceño ante mi vaga resolución sobre un "problema" tan bien conocido. Si, era cierto que mi novio ahora era Tomás, y ellos se encontraban en todo su derecho de observar cambios en mi conducta que fueran capaces de originar una ruptura, aunque era bien conocida nuestra relación de cero afecto y mutuo capricho.

Pero, ¿cómo hablar de un modo natural sobre Edward?

Oºoºo Flash Back oºoºO

La situación era comprometedora y poco usual. Tener a Edward de nuevo en mi vida no se encontraba planeado y el modo en que sus labios se movían sobre los míos tampoco me ayudaba a pensar con claridad. En cierto modo era una sensación placentera, pero a la vez era algo que me reprochaba interiormente. Una cosa es fantasear con esto, y otra muy distinta dejar que suceda.

Una parte de mi deseaba prolongar más las caricias que me otorgaban sus labios, pero la otra, deseaba y gritaba en alto que parara en el mismo instante. Y aunque me costara, obedecí a la segunda parte. Mis labios se congelaron.

Edward separó nuestras bocas para mirarme a los ojos. Pude ver la incredulidad y un dejo de dolor en sus ojos dorados y hechizantes. 

-Bien.-musité con la mirada más fría y el tono más indiferente que fui capaz de utilizar. –Tienes lo que deseabas. Ahora, puedes marcharte.-sus ojos no se apartaron de los míos, lo que me parecieron años, solo fueron unos cuantos minutos.

-Bella, por favor.-lo escuché susurrar con voz aterciopelada.

-Debes reconocer, que mis despedidas son mejores que las tuyas.-dije de forma burlona mientras me apartaba de la jaula que había creado y bajaba de la cama. 

-Te amo-susurró y sentí a mi corazón dejar de latir. 

-En cierto modo, yo también lo he hecho. Pero tu haz elegido apartarte de mi dos veces, ¿qué quieres que haga? Que te espere con los brazos abiertos cada vez que desees regresar? ¿Qué acepte tus disculpas y te deje seguir jugando conmigo? Porque eso soy para ti, para todos ustedes, un juguete.-estaba molesta y dolida, ¿quién se creía para ponerme de ese modo? –Soy una muñeca a la que disfrutan exhibir y luego arrojar a un rincón. Tu lo dijiste una vez: "los de nuestra especie se distraen con facilidad", pues ve y busca esa distracción en otra parte.- respiraba agitada y me dolía la cabeza, pero no me mostré débil ante él. 

-Lo siento.-dijo mientras salía por la ventana. Cuando ya estuvo fuera de mi vista, cerré la ventana con seguro y me metía a la cama de nuevo. 

Oºoºo Fin del Flash Back oºoºO

Tal vez ayer no sea mas que un recuerdo
Y tal vez el ayer se borre de nuestra piel...oh
Y tal vez, no se, el tiempo me de el tiempo
De hablar, de ver la luz de un sentimiento
El sueño que aun puede nacer.

-El próximo fin tenemos tocada, ¿vale?-nos preguntó Jonathan mientras cerrábamos la puerta y caminábamos hacia el coche de Bibiana, quien –a falta de voluntarios- se había visto en la obligación de ofrecer su casa para el día de hoy.

-¿Dónde?-pregunté resignada, aun no me acostumbraba mucho a esos lugares repletos de gente y humo.

-Que no te preocupe eso, tonta. Solo no olviden, que ese día les toca a vosotras encargarse de surtir.-dijo Tomás poniendo especial énfasis en la palabra "vosotras", lo que significaba: ustedes tres y nadie más.

-Va-le.- asentimos poco entusiasmadas nosotras. ¿Qué era peor que ir a los encargos solas en un oscuro callejón? Detestaba esa parte de nuestras reuniones, pero al ver a tres chicas solas, los precios bajaban. Los chicos eran realmente listos. Y nosotras unas tontas.

Nos encaminamos a la casa de las chicas, después de todo...¿a dónde más? Los únicos lugares que visitábamos eran la casa de Tomas –donde vivían los tres- y la de Bibiana –quien vivía con Carolina- y una vez la de Claudia, una de nuestras clientas. Pero la mía jamás había sido utilizada para nuestras "fiestas privadas" por dos razones:

No había espacio suficiente para que tres parejas pasaran la noche.

Los Cullen me visitaban con frecuencia –todos, menos Edward- para asegurarse de mi estado, aunque por lo general eran el sábado antes de irme a trabajar y los lunes en la noche.

Creo que se estaban asegurando de que siguiera viva, pues nunca pasaba los fines de semana en casa. Ni tenia mi coche en uso. Así que ya era tradición.

Y ahora ves que otra vez puedo entrar en mi ayer
Los recuerdos no matan mi fe
Quiero hablar, quiero ver, quiero estar y quiero ser
Y en tus brazos volver a nacer...

-Creo que ya estas mejor.-me habló mi novio mientras me miraba con sus brillantes ojos verdes.

-Lo averiguaremos una vez que estemos en casa de Bibiana.-le dije con una sonrisa traviesa adornando mi rostro, él entendía a que me refería.

Me sentó sobre su regazo, mientras Carolina y su "cariñoso" novio nos miraban divertidos y luego seguían ocupados practicando lo que harían más tarde. Bibiana iba en el asiento del copiloto, mientras su Jonathan conducía a una velocidad razonable, sus manos estaban entrelazadas y se miraban con frecuencia.

En cierto modo, la indiscreción como pareja de Carolina y Antonio, me recordaba a Emmett y Rosalie. Y las platicas a través de miradas entre Bibiana y Jonathan, era como ver a Jasper y Alice. Y Tomás, en cierto modo era como Edward, y sus ojos no ayudaban a alejar el pensamiento.

Sus labios encontraron los míos de ese modo que tanto disfrutaba.

Y ahora ven y tómame
Que junto a ti yo volveré a nacer...

Esa tarde fue distinta, hacía un mes y medio que habíamos dejado lo de las agujas atrás. En realidad, las usábamos con menos frecuencia desde la vez del funeral de Charlie. Probábamos cosas distintas: cócteles de pastillas, éxtasis y en una que otra ocasión cocaína.

Pero a diferencia del descontrol común por escapar de la realidad apenas llegamos, nos sentamos como chicos "buenos" en el sillón, con palomitas y refresco y una pila de películas rentadas. ¿Qué diablos estaba pasando?

Miré interrogante a los chicos y noté las miradas burlonas que me dedicaban.

-Hoy no conseguimos nada, Luis no surtió.-dijo un poco molesto Antonio, nuestro proveedor predilecto.

-¡Vaya!- musité indignada, solo le comprábamos a Luis –el primo de Antonio- porque nos daba mercancía de calidad y mejores precios.

-Tranquila, podemos comprar algunas cervezas al rato. Portémonos bien por una vez y luego veremos que hacer.- dijo resuelta Carolina.

-Ya que..-bufamos a la misma vez Bibiana y yo.

Y ahora ves que otra vez puedo entrar en mi ayer
Los recuerdos no matan mi fe
Quiero hablar, quiero ver, quiero estar y quiero ser
Y en tus brazos volver a nacer...

El fin de semana pasó normal, y esta vez si estuve el domingo en casa.

Las visitas no se hicieron esperar, y por la cara preocupada que mostraron cuando abrí la puerta...supe que ellos sabían algo que yo no.

Tal vez...

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