Habíamos arrancado al mismo tiempo, pero bueno, Edward era más lento de lo que pensé. Gané la carrera de forma tan fácil que incluso me pareció aburrido.
Alice y Rosalie me miraron extraño cuando les pedí que bloquearan sus mentes, pero me obedecieron sin hacer preguntas. Les explique lo que sabía del poder de su hermano y mi teoría sobre que eran vampiros. Sin salir de su asombro me contaron toda la verdad, sin suponer que yo era una de ellos.
Treinta segundos después de que me hubiera estacionado en la casa de los Cullen llegó el volvo de Edward. Estaba completamente frustrado, no entendía por qué: que una chica de aroma delicioso, que sepa que puedes leer mentes, que suba a tus dos hermanas vampiras a su coche, te proponga una carrera y te gane, no debería ser frustrante. ¿o si?
No puedo evitar reír al ver su rostro. Alice y Rosalie siguen serias, no piensan en lo que me contaron, pero no actúan como siempre. Temen lo que se les pueda venir encima cuando el resto de la familia se entere que han contado el secreto que deberían llevarse a la tumba. Por decirlo de algún modo.
Entramos a la casa. Es preciosa, nada propio para una familia de vampiros, pero¿acaso mi casa lo parecía? Es solo que las casas como la de los Cullen y la nuestra son tan distintas a la de mis tíos. Estas tienen tanta luz y vida, mientras que Volterra es demasiado oscuro. Una lastima, considerar tal monumento arquitectónico como una guarida para despiadados seres bebedores de sangre. Pero ¿qué se le va a hacer?
Frente a mi están todos los Cullen, a excepción de uno: Carlisle. Por lo que tengo entendido, debe estar en el hospital justo ahora. Por eso lo admiro tanto, tuvo el valor de abandonar la dieta tradicional de toda la población mitológica y además es médico en un pueblo donde los accidentes en moto son demasiado frecuentes. La lluvia es un grave problema cuando vas a gran velocidad en carretera, aunque eso no preocupa a los vampiros cuando pasean tranquilamente en coche o sin él. Por esa misma razón, Forks es un buen lugar para esconderse del sol. Aunque Volterra es mil veces más seguro.
-Edward¿por qué no le muestras a Bella la casa?- preguntó una sonriente Esme.
-Claro-murmuró Edward, a la vez que me dedicaba una de esas sonrisas que de ser humana me dejarían sin aliento.
Me indicó donde estaba cada cuarto en la casa, dejando el suyo para el final. Cuando me permitió entrar a éste me quede boquiabierta. Su habitación estaba mejor surtida que cualquier tienda de discos, reconocí a todas y cada una de las bandas en el estante, yo tenia esos discos en mi alcoba.
Pero, ellos no guardaban tanto las apariencias como nosotros.
-Pensé que esta era tu habitación-comenté divertida.
-Lo es- me respondió serio.
-¿Nunca duermes? No veo una cama por ningún lado, y no creo que el sofá sea cómodo para dormir.- repuse, a lo que solo me dedicó una mirada furiosa, pero en su interior se maldecía por haber olvidado un detalle tan insignificante.
Me senté en su sillón de cuero, tan igual al mío. Nuestros gustos no eran tan distintos, eso me hizo sonreír. Puso un disco en el reproductor y se sentó a mi lado. Podía escuchar las conversaciones de la familia fuera de la alcoba, Edward hacía lo mismo.
-Rosalie, Alice, cálmense. ¿Qué es tan grave?-
-Vamos Jasper, ustedes saben lo que nos pidió cuando subimos a su coche-
-Rosalie, mi vida¿por qué la obedecieron¿qué pasó?-
-Emmett, ella lo sabe todo. Nos dijo que conocía el poder de Edward y nos contó su pequeña teoría, cree que somos vampiros, esta segura de ello-
-¿Qué?-
-Niños tranquilos. ¿qué hicieron ante eso Alice, Rosalie?
-Lo sentimos Esme, pero nosotras...-
-Se lo contamos todo.-
Edward me miró con precaución y yo le devolví una sonrisa como contestación. Sus pensamientos y los de su familia eran tan claros para mi, tenían miedo. Su mirada iba de mi rostro al suelo, no creía que una simple humana descubriera su secreto.
-Sabes Edward...no deben sorprenderse mucho. No se lo contaré a nadie- dije tranquilamente.
-¿Cómo lo supiste?- preguntó todavía desconfiado.
-Solo jugué a adivinar. Aunque no entiendo como Alice nunca lo vio venir.- oh no! acababa de decir algo innecesario.
-¿Qué?-
-Nada- baje la vista ante mi falta de cuidado.
Antes que pudiera reaccionar estaba acostada en el sillón con su cuerpo sobre el mío. Me tenía atrapada. Podría quitármelo de encima en un segundo, pero descubriría de inmediato mi fuerza sobrehumana. Sus ojos estaban puestos sobre los míos, dorado contra chocolate de nuevo. La atracción era muy fuerte, no podía escuchar los pensamientos de nadie en la casa. Charlie y Renée intentaban averiguar que pasaba ante mi desconcierto, pero no pensaba con claridad.
Su cuerpo junto al mío, su fragancia nublando mi perfecta visión. Sentía un calor abrumador, algo ardía al tocar su piel. Me dejé llevar por un momento de imprudencia. Y antes de estar segura de ello, mis brazos estaban alrededor de su cuello y mis labios atraparon los suyos.

Sus manos ahora se apoyaban en mi cintura, mientras las mías jugaban con su cabello. Y de repente, la puerta se abrió de golpe, mostrando a una Alice y a un Jasper con la boca casi abierta ante la imagen.
Edward y yo separamos nuestros labios y los volteamos a ver. Pero habíamos olvidado la posición en la que nos encontrábamos.
Cerraron la puerta y se fueron. Edward y yo nos miramos y luego él se alejó de mi. Me levanté del sillón y salí de la habitación seguida por él. Mi teléfono comenzó a sonar mientras bajaba las escaleras, pero lo ignoré. Sabia quien era, mi madre, así que mentalmente le dije que todo estaba bien, inmediatamente el sonido se detuvo.
Era momento de irme, vería a Carlisle en otra ocasión.
Edward estaba confundido por lo que había pasado en su habitación. Pero acababa de tomar una decisión: esa noche iría a mi casa a hacerme una pequeña visita. Lo que él no sabría es que yo estaría esperándole.
Me despedí de todos y conduje velozmente a casa.
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