19 de junio de 2010

As de Corazones: Capítulo IV

Capítulo 4. Pequeños accidentes, ¿no?

Bella POV
  
La mañana había pasado sin interrupción alguna a demás de las comunes, la tarde había sido ligera, en comparación a la alucinante noche que se nos venía encima a todos. Emmett y Rosalie habían decidido pasar un tiempo a solas para recordar viejos tiempos, aunque eso no era de forma literal, solo era su manera de cubrir ciertas cosas que la pequeña y virginal Bella no debe saber.

Jasper y Alice habían estado mirándose todo el tiempo que estuvimos en la suite imperial que nos había sido asignada. A veces me preguntaba cuándo sería el momento de que yo encontrara a una persona tan especial como lo eran Jazz para Ali o Em para Rose. Mi corazón, a pesar de seguir en curación, anhelaba un amor tan puro como el que ellos se profesaban; una comunicación no verbal, donde una simple mirada bastara para expresar lo que las palabras se negaban a decir. ¿Alguna vez sería capaz de encontrar algo así?

Bien, mientras pensaba todo aquello, me encontraba alistándome para la noche de antro que nos esperaba. El lugar era genial, lo habíamos visitado unos meses antes y sencillamente era la onda…

Me contemplé al espejo una vez más, soltando un suspiro de frustración al ver mi imagen reflejada en él. Me había puesto -por orden de Rosalie- un mini-short negro ajustado, que dejaba al descubierto mis piernas blancas; un top blanco con una mariposa negra pintada en el frente y unas zapatillas -de taco bajo, por supuesto- también blancas. Mi cabello caía suelto y me había maquillado un poco, haciendo que mi palidez no resultara tan abrumadora. Aun así, no me sentía satisfecha.

Pero que puedo decir, no soy Alice Brandon ni Rosalie Hale…

-¿Bella?- dos suaves toquidos en la puerta de mi cuarto y la suave voz de Rosalie me alertaron de la hora de partir. Emmett nos llevaría a Rose y a mí al antro, ahí nos encontraríamos con el hermano menor de Emmett, Edward, y con Alice y Jasper. Solo esperaba que las cosas hubieran salido bien y Jazz no hubiera sufrido un ataque nervioso ante el estrés. La última vez fue un desastre…

-Ya estoy lista, Rose.- suspiré al salir de mi cuarto. Emmett estaba sentado en el sofá con una sonriente Rosalie en su regazo, ambos voltearon instantáneamente a verme. Rose sonrió con satisfacción, al tiempo que Emmett comenzaba a chiflar, provocando que mis mejillas adquirieran un tono rojizo.

-Te ves hermosa.- cantó con su melodiosa voz mi amiga, mientras sus ojos azules me sometían a un leve -pero exhaustivo- escrutinio. En eso se parecían Alice y Rosalie: su amor por la moda. Rodé los ojos y solté un bufido, la vi fruncir el ceño en señal de disgusto, por lo que tuve que poner mi mejor sonrisa y girar la vista a otra parte antes que me sintiera más envidiosa por verla en ese ajustado vestido color rojo, marcado a sus perfectas curvas…

-Si fueras más alta, y no tuviera a mi princesa, consideraría pedirte una cita.- bromeó Emmett, provocando que mis mejillas ardieran con una intensidad desconocida hasta el momento, mientras que "su princesa" lo miraba de forma asesina. Porque si algo tiene Rosalie…es la capacidad de amar con pasión y celar con la misma intensidad…

Entramos rápidamente, pues los dueños ya nos conocían y a Rose no pueden negarle nada, aunque la intimidante postura de Emmett podría haber interferido…

El lugar estaba escasamente iluminado y muchas personas ya se encontraban meneando las caderas en medio de la pista, otras conversaban y otras solo bebían. El ambiente estaba de lo más animado y pronto Emmett se ofreció a traernos algo de tomar. Rosalie y yo nos sentamos en una mesa lo suficientemente grande para seis personas. Justo en ese momento, Jasper cruzaba el umbral de la puerta, ¿lo extraño? Alice no estaba con él…

Jasper POV

Alice venía sujeta de mi mano, contemplando con sus brillantes y hermosos ojos la sortija de compromiso que había aceptado minutos antes. Había estado muy nervioso, pero había valido la pena al ver la sonrisa en su rostro al tener entre sus manos la cajita de terciopelo negro.

Mientras caminábamos, chocamos con un desorientado chico de cabello cobrizo, Edward al fin había llegado. Alice y él congeniaron muy rápido, algo que realmente me gustó, que mi novia y mi mejor amigo se llevaran tan bien…

Sabía que Alice y Rosalie, con ayuda de Emmett y mía, pensaban juntar a Edward y Bella. La pobre chica -aunque la adoro- ha estado muy sola desde que terminó con su novio -y mejor amigo-, y al verse sin sus padres desde hace años, ha logrado cerrarse mucho al mundo. Espero que Edward logre curar sus heridas, y que Bella pueda aliviar las suyas.

Edward se ofreció a traer algunos tragos, y Alice lo acompañó, permitiéndome ir con los demás. Ellos me vieron entrar, pero estaba seguro que no habían visto a ninguno de los otros, o eso me daba a entender el rostro confundido de Bella. Me encaminé hacia ellos, y antes de lo esperado, los brazos de Bella estaban alrededor de mi cuello, mientras ocultaba su rostro en mi pecho.

-Oh, Jasper…- gimió débilmente. -¿Qué ha pasado?- no pude evitarlo. Me reí escandalizado por la orientación de sus pensamientos, estaba seguro que creía que mi duendecilla me había rechazado.

-Fue genial, Bella.- respondí ante su rostro en shock. -Ha aceptado y ahora fue con Edward por unas bebidas.- su sonrisa pronto fue contagiosa. A veces Bella podía ser muy tonta, pero siempre era sincera y dulce.

-Oh amigo, debes hablar…- Emmett pasó un brazo por mi hombro, apegándome un poco a su musculoso pecho.

-Anda, Jazz.- cantó mi hermana antes de darle un trago a su copa. Me senté en seguida de Bella y me dispuse a recordar lo sucedido para narrarlo con todo detalle…

-Oh por Dios, que diga que si…- me repetí por enésima vez mientras entrelazaba los dedos en mi cabello rubio. Me encontraba sentado a la mesa de uno de los mejores restaurantes en Las Vegas, esperando que Alice llegara. -¡La rosa!- solté de repente, recordando el consejo de Bella para una proposición original y romántica. 

Busqué frenéticamente la rosa en mi ropa, bajo la mesa, en las sillas, hasta que finalmente la encontré puesta sobre la mesa ante mis ojos. Realmente estaba nervioso, si Alice no llegaba pronto me iba a dar un infarto. Tenía la flor en mi mano, y estaba dispuesto a sacar la cajita de terciopelo de mi bolsillo, cuando unos dedos pequeños y blancos la arrebataron de los míos. La musical risa de mi niña terminó por calmar la tensión…pero había arruinado el plan A. 

-Eres encantador.- cantó Alice, para luego depositar un suave beso sobre mi mejilla y tomar su asiento. 

-Feliz Aniversario.- respondí automáticamente, mientras sentía que el aire se escapaba de mis pulmones. Permanecimos en silencio, bebiendo de nuestras copas y mirándonos a los ojos. Lo más hermoso de nuestra relación, era el don que teníamos ambos para comunicarnos sin necesidad de palabras molestas o falsas. 

La mesera vino pronto y nos trajo las cartas, ordenamos y se marchó. Cuando la comida fue servida, Alice se levantó dispuesta a retocarse un poco, momento que aproveché para un plan B. Que aunque no era tan romántico como una rosa roja, igual era sorpresivo, a pesar que rara vez podíamos sorprender a Alice.

Mi corazón latía de forma enloquecedora mientras escondía la sortija en una rebanada de pan, esperaba realmente que Ali no estuviera a dieta, o sino jamás la encontraría. En el momento que terminé, su delicada figura -luciendo un ajustado vestido color vino- giraba en mi dirección, una sonrisa dulce adornaba sus labios. 

-Pareces nervioso, cariño.- dijo al tomar asiento de nuevo, mientras colocaba una mano en mi mejilla. Cerré los ojos ante el tacto y la escuché reír a los segundos, sintiendo mis mejillas arder. 

Comenzamos a comer en silencio, pero observaba de reojo cada movimiento de mi novia. Cuando tomó entre sus dedos el pan, mi corazón dejó de latir, esperando su reacción. Lo mordió suavemente y masticó como si nada, yo no podía respirar. Di otra mordida y supe que ahí estaba la sortija. Alice pareció notar que había algo extraño en su comida, pues frunció el ceño indignadamente y se dispuso a escupir la comida en una servilleta. Pero cuando iba a hacerlo, comenzó a toser. 
-¡Alice!- pegué un salto de mi silla y corrí hacia ella, mientras las miradas de toda la gente se posaban en nosotros. -Lo siento mucho, realmente lo siento, Alice.- susurré repetidamente mientras ponía en práctica la maniobra de primeros auxilios que había aprendido en secundaria. La sortija escapó de sus labios y cayó dentro de mi copa de vino, mientras que Alice se ponía roja ante la insistente mirada de nuestro público. 

-Lo siento, Jazz.- dijo aún sin darse cuenta del anillo, y tomó con una mano mi copa. Creo que ese fue el momento donde vio lo que casi causaba su muerte y la mía, pues sus ojos se abrieron desmesuradamente y me miró con incredulidad. Asentí avergonzado. -¡Oh, Jasper, claro que sí! ¡Acepto casarme contigo!- escuché muchos aplausos y chiflidos, antes de sentir los brazos de Alice alrededor de mi cuello, y mi cuerpo contra el piso. 

Para cuando terminé de contar la historia, Bella se encontraba en su silla con los ojos abiertos como platos y el vaso vacío. Rosalie escondía su rostro en el hombro de Bella, mientras gruesas lágrimas -provocadas por la risa- escapaban de sus ojos. Emmett se encontraba apoyado en la mesa, riendo histéricamente. Definitivamente mis amigos eran geniales…

-Bien, basta de usarme de bufón.- gemí molesto. Bella me dedicó una sonrisa tímida y se la devolví de igual forma, antes que ambos estalláramos en carcajadas. A mitad de la historia me había puesto de pie, por lo que Bella también lo hizo y se lanzó a mis brazos una vez más. Reía feliz, pues era sincera y en verdad se alegraba por nosotros.

Comencé a girar con ella en brazos, la vi cerrar los ojos y reír aun más divertida, fue ese el momento en el que Alice y Edward llegaron. Depositaron los tragos en la mesa y Alice se sentó junto a Rosalie, mostrando su sortija. Emmett le dio un pequeño abrazó juguetón y se echó a reír de forma estridente.

Quise detenerme y dejar a Bella en el piso, pero el movimiento fue algo torpe y sus tacones resbalaron, antes de que cayera, Edward la había atrapado en sus brazos.

Bella estaba aferrada a la camisa de Edward, mientras sus rostros estaban a escasa distancia, ambos abrieron sus ojos al mismo tiempo y se dedicaron una profunda mirada que luego pasó a ser de reconocimiento. Ambos se sonrojaron al tiempo que sus rostros mostraban sorpresa, y mucha vergüenza.

Nadie pareció notarlo, pero yo si. Algo era extraño…y pronto sabría el qué.

No hay comentarios:

Publicar un comentario