7 de junio de 2010

Atracción: Capítulo IV

4. Regreso.

Ha pasado una semana desde que él se fue. Todos los Cullen están preocupados al no saber dónde se encuentra Edward, no saben quien es la tua cantante que ha provocado la marcha del chico.

No entiendo lo de la tua cantante, se que se refieren a que la sangre de una persona canta para un vampiro, pero yo no soy humana y él tampoco. Entonces¿por qué nos atraemos así?

Renée dice no saber de algo parecido. Charlie quiere que me aleje de él. Solo por prevenir.

Mis tíos tenían otros problemas, así que los llamaré después.

Estoy tan perdida en mis pensamientos que no me he dado cuenta que ya estamos sentados comiendo de nuevo. Miro a la mesa de los Cullen y veo cinco figuras en ella, Edward ha vuelto. Todos están felices por su regreso. Aunque no tanto como yo. No entiendo la razón. Pero en mis 50 años como no-viva y en los 17 como si-viva nunca me había sentido tan ansiosa por ver a un chico, por decirlo de algún modo. Es algo nuevo para mi.

Oigo como me llaman mis compañeros, pero no estoy prestando atención. Toda mi concentración está puesta en el menor de los Cullen. Es asombroso como ha logrado cautivarme, sus ojos son dorados, la ultima vez que los vi eran tan negros como el carbón. Los míos son color chocolate, por eso no se nota tanto cuando tengo sed, pero los suyos son caramelo fundido, oro liquido, son preciosos. No son los típicos ojos rojos que acostumbro ver, son preciosos.

-Is, te estamos hablando...-dice molesto Mike, al mismo tiempo que toca mi hombro.

-Perdón, estaba distraída..-le digo mostrándole una de mis encantadoras sonrisas.

-Edward Cullen te está mirando- afirma Ángela.

Mi giro a verlo y nuestros ojos se encuentran. Un choque entre el dorado y el chocolate. Una corriente eléctrica pasa por mi cuerpo, aparto la mirada. Sigue confundido por no poder escuchar mis pensamientos. Necesito salir pronto de aquí, necesito hablar con mis tíos antes de cometer una imprudencia.

-Relájate cielo. Es solo un chico, a no ser que te hayas enamorado. Es una broma, cariño. Todo saldrá bien, sólo tranquilízate.- Esa fue Renée en su intento de calmarme. No es que funcione pero me distrajo unos momentos. Tanto que ni su broma entendí, haber ¿yo enamorada¿de Edward Cullen? Ja. ¿Lo estoy? No, eso no es verdad.

El hecho de que sea un vampiro no lo hace perfecto, que sus ojos sean tan hermosos, su cabello tengo ese toque sexy, su cuerpo tiente a cualquiera y...¡concéntrate Isabella! Si tuviera sangre estaría roja como un tomate¿en qué demonios estoy pensando? No me gusta. "Respira Bella, Renée se esta preocupando. ¿Quieres que te llame para que puedas salir de la cafetería?"-preguntó mi padre. "Si, por favor".- Apenas se lo dije mi celular comenzó a sonar, contesté de inmediato y salí apresuradamente del comedor. Los ojos de los Cullen estaban puestos en mi.

Apenas estuve afuera colgué. Charlie era de gran ayuda en ocasiones. Aunque otras era el que convertía los pequeños problemas en mis peores pesadillas. Él piensa que lo que me está pasando es algo pasajero. Mientras que mi madre cree que después de 67 años de estar sola he encontrado a mi alma gemela. Aunque desde que soy un mito eso se me hace ridículo. No encontraré a mi alma gemela nunca porque los vampiros no tenemos alma.

Creo que no entraré a la clase de gimnasia. Mi humor esta por los suelos y soy capaz de charlar con el maestro si vuelve a verme del mismo modo. Y que quede claro que una charla no es precisamente lo que vamos a tener.

Permanezco sentada bajo la sombra de un árbol, pongo algo de música en mi celular y dejo que esta hora pase. Mi siguiente clase es biología, y por primera vez en una semana tendré un compañero de laboratorio, aunque voluntarios no faltaron.

Cuando la campana suena ya estoy sentada en mi silla, a los segundos aparece Edward, y unos minutos después el maestro. Finjo no haberme dado cuenta de su presencia, sigo dibujando en mi cuaderno tranquilamente.

-Hola, soy Edward Cullen. No había tenido oportunidad de presentarme- me habla y quedo en shock, estoy segura que mi corazón estuviera saltando en mi pecho al escuchar el tono aterciopelado de su voz de ser eso posible.-Tu debes ser Isabella Swan-comenta.

-Bella-le corrijo y me mira extrañado. Sabe que todos me llaman de este modo, el hecho que yo le diga que me llame Bella lo ha sacado de sitio. Sonrío tímidamente, si es que eso es posible.

La clase da inicio y nos asignan una practica por pareja. Identificar unas laminillas. Acabamos primero, no necesité mucho tiempo para saber cuales eran, pues esta practica la he hecho muchas veces, además Edward leyó las respuestas en la mente del maestro y yo las leí en la suya. Entregamos la hoja y salimos del salón.

Caminamos juntos hasta el estacionamiento sin decir palabra alguna. Pensaba que le seguía. Pero mi coche estaba estacionado junto al suyo. No sabia que el BMW negro era mío.

Su volvo plateado estaba estacionado entre mi coche y otro igual al mío pero rojo. El de su hermana Rosalie. Por si el volvía a marcharse la impresionante rubia había decidido traer su coche.

-¿Me sigues?-pregunta con una sonrisa burlona.

-Eso quisieras. Mi coche está cerca del tuyo- digo un poco molesta.

Subo a mi coche en cuanto tengo oportunidad y salgo disparada, dejando a Edward Cullen parado junto a su flamante volvo con una expresión de total desconcierto. Al menos me ha hablado. Pero¿por qué me importa que me hable o no?

Mi celular comienza a sonar, suspiro y luego contesto.

-¿Hola?- mi típico saludo de "me importa quien seas".

-Mi preciosa Bella¿qué tal todo por allá?- la voz de uno de mis tíos me recibe del otro lado dela línea.

-Oh tío Aro, todo muy bien, o casi todo-

-¿Qué ocurre Bella?- pregunta curioso, algo común en él.

-Es solo que uno de mis compañeros tiene un aroma exquisito. Poco me ha faltado para cometer un error. Tengo miedo de que mi autocontrol falle en algún momento. Y bueno, el problema mayor es que...-

-Oh Isabella Marie Swan, haz encontrado a tu tua cantante. Es maravilloso.-

Claro, para Aro todo es maravilloso. ¿Qué me sorprende?

-El problema no es que él sea mi tua cantante, sino que no es, bueno él es...-

-¡Es un chico! Vaya sorpresa- rió divertido, estaba comenzando a frustrarme.

-Escúchame bien Aro, me estas frustrando como no tienes una idea y por muy agradecida que te esté eso no cambiará el hecho de que dejaré de hablarte por mucho tiempo. El problema no es que ese chico sea mi tua cantante, ni tampoco que sea un chico, el problema es que ¡es un vampiro¿Escuchaste¡un vampiro! Él es un vampiro que coparte mi don, puede leer cualquier mente menos la mía. Cree que soy humana y mi olor lo atrapó. No se lo saca de la cabeza y la semana pasada ideó muchas formas de acabar con mi vida. ¿Entiendes cuál es el problema?-

Si, lo se, acabo de explotar y gritarle al vampiro que manda en Volterra. Esto puede traerme mas problemas, serios problemas.

-Bella, cielo, respira profundo, no te vayas a quedar sin aire.-Y se sigue burlando de mi, ese Aro.-Eso es mejor, haz encontrado a tu pareja. No le cuentes que eres un vampiro, dejemos que se de cuenta por si mismo, será divertido mi bella Bella¿no lo crees?- pregunta realmente emocionado.

-Como ordenes Aro, perdón por gritarte.-

Después de ese episodio colgamos. Al menos seguiré existiendo un tiempo más. A menos que Edward Cullen encuentre una forma de acabar con mi vida.

Llego a casa y me encierro a escuchar música. Mañana veré como me las arreglo para calmar a mi pareja. Esto es ridículo, él no puede ser mi alma gemela. Mi madre siempre se equivoca¿por qué justo ahora tenia que tener razón? Cierro los ojos, concentrándome solo en escuchar las canciones, pero su imagen vuelve a mi mente.

Espero que la mañana llegue pronto.

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