8 de junio de 2010

El Despertar de una Estrella: Capítulo XII

Capítulo 12. Pétalos. 
 
El camino al aeropuerto se había dado en un silencio tenso e incómodo. Ninguno se atrevió a preguntar lo sucedido en casa de los Cullen cuando Isabella llegó sollozante a casa. Y no era falta de interés, sino un modo más para suavizar las cosas.

Ahora se encontraban en un avión, acomodados en sus asientos y sin despegar sus labios ni mirarse. El vuelo a Barcelona sería un poco cansado, y Bella no se sentía muy complacida con la idea de un evento a esas alturas, pero no iba a negarse a ello. Adoraba Barcelona, y muchas veces había deseado quedarse a vivir ahí; recorrer las calles cada día, y dejar que sus dedos juguetearan con el agua de las fuentes en la plaza.

Anhelaba viajar a Toledo y recorrer las estrechas callejas una y otra vez, mientras cantaba para sí misma todas aquellas melodías que su alma necesitaba liberar. Le gustaba visitar Madrid con frecuencia, eso le recordaba una canción de Shakira que había escuchado en la radio hacía meses, y que imitaba a la perfección mientras sus pasos la guiaban por los interminables pasillos de Volterra. Podría quedarse a vivir en cualquier parte del mundo y nada sería distinto, pero su lugar estaba con "ellos" en Italia.

Por primera vez en horas, se atrevió a dar una señal de vida que, aunque fue pequeña, tuvo el efecto deseado. Elizabeth clavó su mirada en los ojos castaños de Isabella antes de sonreírle con gracia, pero no era simple cortesía o amabilidad, era la más pura de las sinceridades que podía encontrase.

-¿Estás bien?- se aventuró a preguntar, dudando de lo correcto de su acción, y las posibles consecuencias por su atrevimiento.

-Lo estoy.- susurró Isabella y sonrió, pero la alegría no llegó a sus ojos, y ese detalle no pasó desapercibido para nadie. –Tengo la canción perfecta para hoy.- se encogió de hombros al tiempo que le pasaba el cuaderno, que descansaba en su regazo, a su amiga.

-¡Oh, Is!- la voz de Lizzy llamó la atención de varias personas, quienes giraron para contemplar una vez más la belleza de Is Swan. -¡Es hermosa!- cantó mientras le pasaba el cuaderno a su novio. –Tengo la escena planeada para cuando cantes…- sus ojos brillaron ante la emoción, e Isabella no pudo evitar reírse.

-Es un buen trabajo…- Lizzy ignoró a su novio y siguió hablando sobre fuentes, velas y…

-Pétalos.- dijeron ambas a la vez, para luego sonreír ante la ocurrencia. Ed las miró dudando, su novia y su amiga eran muy parecidas, excepto en lo físico, y eso no era nada bueno. Para él no…

-¿Color?- preguntó Lizzy a Bella, pero pronto se respondió ella misma. –Blancos y rojos.- Isabella asintió y fijo su vista en el panorama que la pequeña ventanilla le ofrecía, su voz se perdió en el silencio una vez más y sus ojos vagaron por cosas que no se veían realmente.

Llegaron a Barcelona con tiempo suficiente para comenzar los preparativos del evento la tarde siguiente. Y las horas se fueron volando…

EdwardxBella

La casa de los Cullen era un desastre total. Carlisle y Esme estaban sentados en la sala mirando con diversión a sus hijos. Ambos tenían a sus pies dos pequeñas maletas.

-¡Date prisa, Alice!- gritaba Edward en la planta de arriba, mientras con su mano golpeaba la puerta de la habitación de su hermana.

-¡Rose, amor!- frente a la puerta de Rosalie estaba Emmett, rogando a su mujer que saliera de una vez por todas. –Se hará tarde.- un gruñido del otro lado lo hizo callar.

Jasper estaba sentado en las escaleras, con la cabeza apoyada en el barandal y las manos cerradas en torno a este. Alice llevaba horas preparándose para el viaje a Italia, al igual que Rosalie, y él no soportaba tantas emociones.

El sonido de ambas puertas al ser abiertas lo alivió en demasía. La euforia de Alice y el entusiasmo de Rosalie pronto se vieron reflejados en todos gracias a la acción del manipulador de emociones.

Dos coches fueron abordados, el mercedes negro de Carlisle y el volvo plateado de Edward. Emmett y Rosalie se montaron en el asiento trasero del lujoso automóvil negro, mientras Alice y Jasper abordaban el del auto plateado.

Un pequeño chillido por parte de Alice, alertó a Edward y Jasper sobre una visión nueva. Un pequeño fragmento de ese futuro incierto…

-¿Qué es lo que ves, Alice?- preguntó Jasper mientras tomaba su mano.

Las palabras se atropellaron velozmente, solo un zumbido incesante para cualquier humano, pero muchas noticias para un vampiro. Comenzando por Isabella Swan, quien no se encontraba en Italia, sino en una de las tantas ciudades Españolas…

Edward apretó entre sus blancos dedos el volante de su coche, procurando no romperlo en el ataque de frustración que sufría en esos instantes. ¿Por qué justamente tenía que visitar España? Conocía muchas ciudades de aquél majestuoso país, por lo que podía decir que las calles y plazas de algunas eran iguales a las de otras, con esa referencia, ¿cómo sabría a dónde dirigirse?

Se maldijo por ser tan lento en descubrir sus sentimientos e invocar a los recuerdos que creía perdidos, aquellos recuerdos que podrían haberle dado la mayor felicidad junto a la persona amada, pero que por el contrario, los había sumido a ambos en un estado de interminable agonía.

Pisó el acelerador con fuerza, alcanzando una velocidad tan inhumana como su sola existencia, y pronto pasó al lado del coche de vidrios oscuros. Logró dar el mensaje antes de perderse a varios metros de distancia en la carretera.

EdwardxBella

La tan ansiada firma de autógrafos de Is Swan en Barcelona había llegado, miles de personas se reunían en una de las plazas principales para contemplar a la joven Italiana.

Isabella estaba sentada frente a una pequeña mesa, el crepúsculo comenzaba a teñirse sobre los cielos cuando puso su nombre por última vez sobre papel.

La noche comenzaba a morir, los naranjas y amarillos, rojos y violetas, inundaban la vista de toda la gente reunida en aquel lugar. La figura de Isabella Swan permanecía entre ellos, sumergida en un burbuja de misterio atrayente para los que la contemplaban como si de una diosa se tratase.

Una reportera se aventuró a acercarse a la chica y pedir una pequeña entrevista. Miles de cámaras y el flash para las fotografías la rodearon enseguida, mientras un micrófono se acercaba peligrosamente a sus labios rojos. Sonrió con entusiasmo, y se dispuso a contestar cada pregunta.

EdwardxBella

Alice estaba recostada entre la mesa de centro y el sofá, con sus piernas y pies moviéndose frenéticamente sobre el regazo de un entretenido Jasper. Edward sujetaba el puente de su nariz con dos dedos, intentando alejar los pensamientos asesinos de su mente.

Las manos de Alice se movían frenéticas por las perillas y botones de la radio que descansaba ante ella, intentando encontrar algo en que ocupar sus ideas mientras su familia esperaba el regreso de Isabella a Volterra, lugar donde se encontraban actualmente.

Aro, Cayo y Marco había demostrado su hospitalidad a Carlisle y sus hijos, pero otros habían estado en total desacuerdo con eso.

Heidi y Rosalie se desafiaban con la mirada cada vez que tenían oportunidad, admirando la belleza de la otra y dejando a la vanidad dominar sus sentidos. Félix y Emmett no hacían algo distinto, pues con frecuencia miraban los músculos del contrario y gruñían como fieras.

Jasper y Alec se miraban ausentes, como si algo los uniera, conversaban de vez en cuando y brevemente. Alice y Jane se fulminaban una que otra vez, pues la pequeña de los Vulturis era un autentico volcán en erupción.

Carlisle estaba alegre de volver a ver a sus viejos amigos, hablaban, reían y jugaban uno que otro entretenido partido de ajedrez o damas. Esme conversaba con las esposas, hablando sobre distintos temas de decoración y bellas artes.

Edward, por su parte, desafiaba a Demetri con frecuencia, pues el vampiro se sentía atraído por la inocencia de Isabella Swan; y los celos del menor de los Cullen, no soportaba eso.

-Es un verdadero placer estar aquí.- la dulce voz de Isabella Swan inundó la habitación y todos se quedaron callados. –Realmente amo la ciudad.-

-¡Es ella!- chilló Alice mientras subía el volumen de la televisión, pues la radio no había funcionado para distraerla y había tenido que recurrir a otro aparato. –Está en Barcelona.- afirmó después de una pequeña visión.

Todos se acercaron a mirar a Is Swan ser entrevistada. Edward se quedó mirando fijamente la pantalla, anhelando estar ahí –con ella- en ese momento.

EdwardxBella

La luna y las estrellas brillaban en el cielo español, mientras Isabella se detenía frente a la fuente al centro de la plaza con el micrófono entre sus dedos.

Vestía un pantalón de mezclilla negra, y una blusa blanca con una rosa roja –y sangrante- en ella. Sus zapatos eran blancos, al igual que a blusa.

La fuente estaba encendida, por lo que el agua brillaba con toques plateados bajo la luz lunar. Todo a su alrededor estaba rodeado de velas, marcando un camino en el empedrado de la calle. Sonrió y pronunció lo que alguien deseaba escuchar en esos momentos.

-Edward, mi última canción es para ti.- se había decidido y nada la haría cambiar de opinión. La carrera de Is Swan se había acabado, volvería a Volterra y sería una vampiresa normal hasta el final de su existencia. Pero eso no impedía una última canción para el ser amado…

No seré yo quien te despierte cada mañana,
como un chiquillo pegando gritos frente a tu casa,
ya no estaré detrás de ti cuando te caigas,
pero no creo sinceramente que te haga falta.

Sus dedos se aferraron con fuerza al micrófono cuando comenzó a cantar. Su voz dulce y melancólica inundó el ambiente y sumergió a todos en una burbuja de magia y encanto, el efecto de Is Swan sobre el mundo. 

Cerró los ojos unos segundos y luego los abrió de nuevo, batiendo sus espesas pestañas y miró las rosas que marcaban un camino junto con las velas encendidas.

Recordó aquella torpeza que la había caracterizado al ser humana, y sonrió al recordar cuantas veces estuvo a punto de darse contra el suelo, pero su semblante se suavizó al recordar quién la había sujetado todas esas veces.

No podía estar molesta con él, ni podía odiarla, pero tampoco dejar de amarlo. ¿A eso se refería Elizabeth Masen, cuando le dijo que el amor puro sobrevivía a todas las adversidades?

No seré yo quien guíe tus pasos cuando te pierdas,
no seguiré quemando noches frente a tu puerta,
ya no estaré para cargarte sobre mi espalda,
pero no creo sinceramente que te haga falta.

Cuando Elizabeth Masen la hizo confesar sus sentimientos hacia Edward, ¿a eso se refería al decir que debía ser paciente con el muchacho de ojos verdes?

¿No había jurado recordarlo hasta que su ser desapareciera? ¿No se había prometido a sí misma amarlo hasta que la muerte los reuniera de nuevo?

Lo había hecho. Y por esa razón, no podía negar sus sentimientos o el dolor que le causaba alejarse de él.

Y sé que vas a estar mejor cuando me vaya,
y sé que todo va a seguir como si nada,
yo seguiré perdido entre aviones,
entre canciones y carteras,
y en la distancia no seré más tu parte incompleta.

Pero aún así, tampoco se sentía feliz al estar a su lado y él no fuera capaz de recordar todo lo que le había prometido un día, de no recordar todos aquellos momentos que vivieron juntos.

Aquellos recuerdos que no se borraban de su mente y quemaban como las llamas del infierno al verse perdidos en el olvido de otro ser. Porque no se alejaba por orgullo o por capricho, lo hacía para no lastimar a Edward y o herirse más profundamente ella misma.

Pero ese "Te amo" escuchado en casa de los Cullen bastaba para terminar de confundirla, era suficiente para hacerla dudar de su decisión, suficiente para conducirla de vuelta a Forks y a los brazos que la recibirían con fuerza.

Y sé que vas a estar mejor cuando me vaya,
y sé que todo va a seguir como si nada,
mientras escribo sobre la arena,
la frase tonta de la semana,
aunque no estés para leerla en esta playa.

"Todo está bien". Pensó para sí misma. "Él te olvidará de nuevo, ya lo hizo una vez…" Su pecho se oprimió ante el pensamiento, aunque estaba segura de que era mejor de ese modo.

Edward Cullen la borraría de sus recuerdos una vez más y ambos continuarían con las vidas –o existencias- que les había tocado. Sus caminos no se cruzarían de nuevo, y sus destinos ya no serían uno solo.

Podía vivir con ello, podía vivir sin él. ¿El problema?

Que no quería hacerlo.

EdwardxBella

No es que yo quiera convertirme en recuerdo,
pero no es fácil sobrevivir a base de sueños,
no es que no quiera estar contigo en todo momento,
pero esta vez no puedo darte lo que no tengo.

-Es hermosa…- el suave murmullo de Esme acabó con el silencio de la habitación, los elogios a Is Swan pronto fueron seguidos por los otros vampiros. –Y es para ti, Edward.- el nombrado asintió, pero en sus ojos resplandecía una angustia demasiado difícil de ocultar.

"Volverá mañana, hermano" Pensó Alice, quien estaba siendo abrazada por su esposo. "Y sabes que todo saldrá bien. Confía en mí". La suave risilla de Alice Cullen y las ondas de alegría de Jasper Hale, inundaron aquella habitación y colocaron en los labios de los presentes una sonrisa.

Edward solo esperaba que la vidente tuviera razón esta vez.

Y sé que vas a estar mejor cuando me vaya,
y sé que todo va a seguir como si nada,
yo seguiré perdido entre aviones,
entre canciones y carteras,
y en la distancia no seré más tu parte incompleta.

¿Realmente creía eso? Porque era una gran mentira.

¿Podía Bella Swan creer que él sería feliz sin ella? ¿Realmente lo conocía tan poco para dudar de sus sentimientos?

Pero eso no le molestaba, sino el hecho de saber que ella tenía toda la razón para no confiar en él de nuevo. 

Después de todo, era él quien había olvidado tantas promesas al transcurrir el tiempo, era el culpable del sufrimiento de aquella encantadora muchacha de ojos chocolate y espíritu libre.

Y sé que vas a estar mejor cuando me vaya,
y sé que todo va a seguir como si nada,
mientras escribo sobre la arena,
la frase tonta de la semana,
aunque no estés para leerla en esta playa.

Vio a Isabella tomar una rosa roja entre sus dedos, y pronto recordó cuáles eran sus flores favoritas. 

Recordó la vez que le envió rosas como señal de disculpa, y la sonrisa que había adornado los labios de Bella cuando el mencionó el tema.

No podría olvidar de nuevo el sonrojo que cubría tan adorablemente sus mejillas al acariciar su rostro. 

Porque Isabella Swan había sido encantadora como humana, pero ahora como vampiro, esa inocencia se había multiplicado. Seguía siendo la misma frágil mujer de décadas atrás, solo que su vida había dado un giro y sus ojos habían perdido un poco de brillo.

En esta playa...

Cientos de pétalos de rosas –blancas y rojas- cayeron sobre la figura femenina de Is Swan, quien sonrió al sentir la delicadeza de las flores golpear contra su piel de mármol. Los gritos de la gente eran ensordecedores, pero a ella no parecían molestarle.

Estaba absorta en su mundo, un mundo donde los cuentos de hadas existían y su príncipe azul la despertaba con un beso. Pero ella no estaba dormida y tampoco tenía a su príncipe azul, no era una princesa, y mucho menos vivía en un cuento de hadas.

Su vida era una película de terror, donde el mundo era habitado por personajes de ultratumba ocultos en la oscuridad. Era un vampiro, un demonio convocado desde los infiernos, un monstruo atrapado en el cuerpo de una adolescente, era un cadáver viviente, una no- muerta y a la vez una no-viva…

Reprimió un sollozo, pero de todas maneras su voz se quebró un poco ante el deseo de llorar.

Y sé que vas a estar mejor cuando me vaya,
y sé que todo va a seguir como si nada,
mientras escribo sobre la arena,
la frase tonta de la semana,
aunque no estés para leerla en esta playa.

Terminó de cantar y sonrió, pero su sonrisa estuvo rota, y se fue más rápido de lo que esperaba. Entregó el micrófono a su amigo Ed y apretó la rosa contra sus labios, depositando un beso sobre ella. Deseando que fueran los labios de alguien a quien amaba…

Luego la llevó contra su pecho, de modo que la flor señalara su corazón. Y esta vez sonrió realmente.

Edward se quedó quieto ante esas acciones, porque no era la primera vez que las veía. Cada vez que le regalaba rosas a Bella ella hacía lo mismo, indicarle cuanto apreciaba su regalo y el lugar que ocupara él en su ser: su corazón.

Aquella fue la noche más larga de su existencia, pues la llegada de Bella estaba próxima y por primera vez, en demasiado tiempo, se sentía nervioso. Solo esperaba que todo marchara bien.

Una idea cruzó su mente, y la risa de Alice resonó cerca de su lugar. Estaba seguro que a Bella le gustaría esa sorpresa.

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