7 de junio de 2010

El Despertar de una Estrella: Capítulo II

Capítulo 2. Los Cullen

El día estaba completamente sombrío. Los truenos sonaban con gran estruendo, mientras las nubes negras y tormentosas desataban toda su fuerza sobre el pueblo de Forks. Pero eso, eso a ellos no les interesaba.

Se encontraban jugando béisbol en un claro del bosque, por absurdo que pudiera parecer, mientras el pueblo era azotado por el cielo oscuro, el lugar donde ellos estaban se encontraba completamente seco. Los bates tronaban las pelotas con tanta fuerza, que parecía otro trueno de tormenta. Esa era la razón por la que estas siete criaturas jugaban animadamente.

Eran dos equipos, ambos conformados por dos chicos y una chica. El que estaba bateando ahora, estaba formado por un hombre rubio entre los veinte y los treinta años, tenia el bate en sus manos dispuesto a utilizarlo; en primera base, esperando que la bola desapareciera en lo alto para correr, estaba un chico de cabello castaño cobrizo; en la tercera, también esperando el disparo, estaba una chica de cabello negro y despeinado. El otro equipo, estaba por lanzar una chica rubia de figura espectacular; entre la primera y la segunda, estaba un chico rubio; entre la segunda y la tercera, se encontraba otro chico, musculoso y de cabello castaño. A los metros estaba una mujer de cabello color caramelo arbitrando el partido.

Todos poseían unos ojos dorados, bajo los cuales se dibujaba una sombra púrpura. El color de sus pieles era completamente pálido, eran fuertes y corrían a velocidades de vértigo. Ellos son la familia Cullen, un clan de vampiros.

-¡Date prisa, Rosalie! –Gritó impaciente la pequeña de cabello negro, mientras en su rostro de duendecilla se formaba una sonrisa. La rubia giró el rostro hacia su "hermana" y le hizo una mueca.

-¡Sácala del claro, Carlisle!- gritó el joven de cabello castaño cobrizo al hombre de cabello rubio.

-¡Alice, no puedes robarte las bases!-gritó la mujer de cabello color caramelo a la duendecilla.

-Oh, Esme siempre tan autoritaria.-rió el musculoso. -¿No crees, Jasper?- dijo dirigiéndose al muchacho rubio.

-Oh, ya lo creo, Emmett.- le respondió el otro.

La pelota salió disparada causando un gran estruendo. Emmett corrió tras ella. Alice voló, completando la carrera y tomando el bate. -¡Completa, Edward!- le gritó al de cabello castaño cobrizo. En dos segundos, su "hermano" y su "padre" estuvieron a su lado. Emmett regresó con la bola en sus manos y la lanzó a Rosalie, quien volvió a su trabajo de picher.

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-Fue emocionante. Volvimos a ganar.- rió Alice Cullen una vez regresaron a su casa.

-Como si no lo hubieras sabido.-la regañó su novio, Jasper Hale.

-Oh, vamos, Rose. Sabes que no fue mi culpa.- alegaba Emmett a su novia, Rosalie, quien lo miraba molesta.

-Al menos hoy no hicieron trampa...-reía Esme, mientras era abrazada por su esposo, Carlisle.

-Oh. Quita esa cara, Edward.-lo regañó Alice.

Edward no dijo nada. Se levantó del sillón, donde segundos antes estaba cómodamente sentado, y subió a su cuarto, dejando a las tres parejas solas. Iba maldiciendo interiormente a Alice, por tener visiones sobre el partido y arruinar la diversión; a Jasper, por mandar ondas de ternura y lujuria a su alrededor; e incluso a si mismo, por leerles la mente cuando no debía hacerlo. Tener el don de leer la mente de los que te rodean, una "hermana" que vea el futuro, y un "hermano" que lea las emociones y las altera, no es favorable en una casa donde hay siete vampiros y tres parejas.

Cerró la puerta de su habitación y puso un disco que le habían regalado sus hermanos. Miró la portada del CD absorto. En ésta, se apreciaba una joven de cabello castaño y ojos profundos color chocolate, en una de sus manos sostenía una rosa roja posada sobre sus labios. Era completamente hermosa, sus ojos estaban rodeados por una sombra morada, las largas pestañas enmarcaban la sexy mirada, los labios que tocaban la flor eran tentadores.

-Is Swan- dijo en un susurro mientras la primera canción sonaba.

Is Swan es una cantante mundialmente conocida, tiene 16 años y actualmente reside en Italia, aunque se ha anunciado su mudanza a Estados Unidos. Es modelo y cantante, sabe actuar, pero no ha aceptado un papel todavía. Es una joya y todas las jóvenes la imitan.

Para Alice Cullen y Rosalie Hale, es una princesa de la moda. Para Jasper Hale y Emmett Cullen, es una diosa. Para Carlisle Cullen, es una niña talentosa. Para Esme Cullen, es una muchacha muy linda, o eso asegura al verla en varias entrevistas. Pero para Edward Cullen, ella es alguien especial; cuando ve su foto y la escucha hablar, algo en su interior le recuerda el parecido con otra chica que conoció siendo humano, aunque no está seguro...

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Un grito rompió el silencio en la casa unas horas después. Alice estaba más feliz que de costumbre, acababa de tener una visión y mantenía su mente bloqueada de su "hermano" para que no supiera lo que iba a pasar.

-¿Qué viste, Alice?- le preguntó Jasper con calma, acariciando la mano de su hiperactiva e imprudente pareja.

-¡Oh, no lo van a creer!- chilló emocionada. –Is Swan viene a Port Angeles a un desfile de moda!-no cabía en si de gusto.

Jasper y Emmett chiflaron y rieron, Alice y Rosalie pensaban que ponerse ese día, Esme y Carlisle miraban a sus hijos con una sonrisa en sus rostros, y Edward...el aun no reaccionaba bien.

¿Is Swan en Port Angeles?

-¡En dos semanas!- gritó la duendecilla de nuevo.

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En Italia todo estaba tranquilo. O mejor dicho, aburrido. Isabella Swan caminaba por los pasillos de su "casa" para hablar con sus "amigos" los Vulturis. Como era de esperarse, Aro la abrazó como si no la hubiera visto en años, aunque habían pasado seis horas desde la última vez.

-Oh, Is. Nos abandonas.-gimió el vampiro sin soltar a la chica.

-Aro, regreso a Forks, tengo desfile en Port Angeles, concierto en Seattle y sabes que volveré en meses.- la chica pronunció las palabras un tanto irritada, esta era como la ¿décima vez? que las repetía en el día.

-Prométeme que escribirás y que no morderás a nadie.-la broma no le gustó a la muchacha. Si había algo que detestaba era ser un vampiro, pero ella no bebía sangre humana, no se lo permitiría jamás.

-Lo prometo.- respondió sin emoción.

Se despidió del resto y junto con Elizabeth -su fiel compañera eterna y su representante- y Edgardo –el novio de ésta- partió al lugar al que no pensó volver después de la muerte de sus padres. Forks sería su hogar de nuevo, y por primera vez, se sintió feliz por mudarse a un lugar oscuro y húmedo.

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